Hola, pequeño. ¿Cómo te encuentras?
A mi me duele todo, ayer papá casi me mata. Estoy a oscuras en la habitación, pero noto el sabor de la sangre y se que tengo hematomas en todo mi cuerpo. Cosa, que por otra parte, no me extraña.
No se si soy capaz de mover ni un solo músculo. Se que tengo el pelo hecho un asco, ayer me arrancó unos mechones. También se que el golpe que me dió en el pómulo para que dejara de llorar se ha amoratanado, y me duele el tragar. Tengo miedo de nuevo, aunque se que esto ya es normal.
Una pequeña luz se cuela a través de las rendijas de las persianas. ¿Qué hora debe de ser? Por la tarde, eso seguro. Es lo que tiene el sentirse desubicada, perdida. Que luego no sabes nada de sobre cómo has llegado a ese lugar.
¿Sabes cómo es esa sensación?
Quiero volver a estudiar, quiero ser una chica normal, estable. Pero el imbécil del que se hace llamar mi padre me tiene encerrada, y ahora quiero vomitar.
Por favor, mi pequeño. Esta noche, cuando vayas a rezar, no te olvides de mi.
Te quiero.
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Cartas de amor a alguien inexistente.
Novela JuvenilNo tengo nombre. No soy de ningún lado, ni tengo familia. No tengo una edad determinada ni un pasado bonito. No me gusta leer, ni el cine; ni si quiera me gusta la gente. No estoy viva, pero tampoco muerta. No soy nadie.