COSTURERA DE ILUSIONES

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Todos los días a la misma hora, cuando él llegaba,

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Todos los días a la misma hora, cuando él llegaba,

ella se sentaba a coser junto a la ventana.

Le gustaba recibir los tibios rayos de sol que se filtraban,

La hacía soñar más fuerte pensando en el día que se marchaba.

Tomaba con amor el lienzo y con paciencia remendaba.

Su lomo encorvado, agujas de ilusiones, perdida su mirada,

con tristeza muy honda y profunda en el alma.

El como siempre llegaba cansado, no tenía ganas de nada.

De lejos la miraba, suspirando contento, de verla ocupada.

Una tarde volvió, y como siempre fue a mirarla.

Encontró la ventana abierta y una brisa que se colaba.

La buscó por los rincones y no pudo encontrarla.

Al mirar el cielo la vio, volando, con sus alas remendadas.

Ella buscó elevarse, más allá de su triste suelo.

Él quedó en silencio, mirando la ventana.

Ella entendía la vida. Él nunca entendió nada


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