LA DECISIÓN DE DIOS

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Dios depositó en mis manos invaluables tesoros.

En mis manos temblorosas puso unos hijos hermosos.


Creyó en mí, ¡Quién lo diría? Defraudarlo no quise.

Apenas con mi vida podía, lo mejor que pude hice.


Juntos de todo pasamos, y avanzamos por la vida

Jugamos, reímos, amamos, lloramos, y sanamos heridas


Con Fé siempre por delante, confié en Él mis peores momentos

Si mi alma sentía que caía, con dulzura Él calmaba mis tormentos


Use como arma mis palabras, siempre me la pase dialogando

Decían "Eso no sirve de nada", yo seguí en ellos sembrando


Pasamos por duras etapas, cuando de adolescentes se aislaban

El dolor calo mis huesos y creí ya no poder cuando de mí se alejaban.


Lloraba en silencio a solas, con un nudo en la garganta

Cuando salían, noches en vela, pidiendo que no les pase nada.


Hoy los miro con orgullo. Mis tesoros ya no son niños

Hombres y mujeres de bien. Hasta nietos me han traído


Hoy sus llantos son míos, y los consuelo. 

Sus risas son mías, mi gran anhelo


Sus vidas dependen de ellos, yo solo aconsejo...

Y a la distancia, con Dios los protejo.

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