(CAPÍTULO FINAL)
¿Cual es la verdad que tus labios me ofrecen?
Si me besas con amor y tus palabras me hieren, ¿cual es la verdad?
Podemos hacer de las palabras besos y hablar con amor, podemos transformar las heridas en cicatrices de honor.
Nuestros corazones estaban rotos, lo note al tocar su piel. Sientes cuando una persona esta quebrada por dentro por que transmite mucho más calor que aquellas que no conocen el dolor.
Con nuestra piel tratábamos de apaciguar el dolor de nuestra alma. Aunque condenáramos las mismas al infierno.
Por amor, todo por amor.
Las atrocidades más hermosas son hechas en nombre del amor.
Arrodillado entre sus piernas lo mire, esperando que juntara de nuevo nuestros labios, que acariciara mi piel. Rogando que me diera amor.
Sus ojos brillaron como aquellas veces en las que años atrás el decía amarme.
— Te amo Jimin. — susurro.
Lo sé.
Su mano rozo mi mejilla.
— Hemos nacido enfermos, eso me han dicho.
Sus ojos lloraban, pero él acariciaba mi mejilla. Como si el que llorara fuese yo, y él me estuviera consolando.
El lloraba por mí.
Yo yacía a sus pies, mientra él me confesaba sus plegarias.
— Lo sé, pero me encanta. —hable.—Sí amarte es enfermo, entonces lo soy, soy un enfermo.
Negó reiteradas veces ante mis palabras.
— No me importa YoonGi, ya no me importa que ellos nos digan, ni su cielo, ni su salvación. Amo estar enfermo, amo amarte a ti más que a cualquier dios.
Yo lo había descubierto hace tiempo.
El único cielo al que sería enviado era estar entre sus brazos.
Así se sintió, un paraíso que él me tomara en sus brazos.
Bese su cuello cuando lloraba en mi hombro abrazándome con fuerza, tomándome en sus brazos. Lo separe apenas de mi para ver su rostro, tomándolo en mis manos, besando sus lágrimas.
Quería besar cada milímetro de él.
Jalo de mi, dirigiéndonos a su cama. Me recosté sobre él, frotando nuestros cuerpos mediante besos desesperados.
Estábamos ansiosos de recibir el calor del otro. De sentirnos reales, amados.
Nos condenábamos.
YoonGi no secaba de llorar, y yo no paraba de amarlo.
Quite su ropa, lentamente, parte por parte para admirar cada centímetro de su cuerpo. Aquello que tanto deseaba, que tanto había soñado y anhelado entre mis manos.
— Quítalo.— balbuceo en mis labios.— Quítame todo aquello que nos han dicho que esta mal, por favor, por favor Jimin.
Verlo desnudo, jadeante. Pidiendo por mí, nombrándome en susurros.
Mi pecho dolía, yo también quería llorar como él.
— Voy a borrarlo todo.— acaricie su rostro.
— Esa noche.— interrumpió el beso que quise plantar en sus labios.— La noche que te deje.
Sus labios temblaban mientras caían silenciosas sus lagrimas.