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Dicen que no sueles recordar mucho de tu infancia, sólo aquello que te hizo muy feliz o muy triste.

Algo que te marco. 

No eramos tan pequeños, si bien recuerdo. 

Yo tenía diez años, él era un par de años mayor. 

Siempre llevaba consigo una cruz dorada colgando en su cuello. Su piel brillaba como ninguna otra que jamás halla visto, y sus ojos era sinónimo de paz.

Yo sonreía y el me devolvía una mueca. 

Lo veía todos los domingos cada semana, yo no entendía pero en ese entonces yo con mi inocencia a flor de piel tomaba aquello como una cita.

Me arreglaba lo más que podía para esa edad.

Aprendía a atar mis cordones de igual forma él lo hacía. Me llevo tiempo, era muy difícil pero valió la pena ese día que te me acercaste y alagaste mis lustrados y bien atados zapatitos.

Era feliz con poco.

Eso es lo lindo de la niñez.

Paso el tiempo, tu no hablabas mucho pero me anime después de dos años, cuando ya tenía doce, a dirigirte la palabra.

Eras el ayudante del profesor de catecismo/catequesis. 

Y en una clase junte valor y te hable. 

Tu me sonreíste cálido y mi corazón revoloteo. 

Jamás podre olvidarlo. 

No entiendo algunas cosas que pasaron luego. 

La calidez de tu sonrisa fue borrada, y tus ojos se apagaron. Te hicieron daño, y me hiciste daño. El mundo que de niño te llevas por delante nos golpeo de un día al otro con la cruda realidad.

El mundo no era para nosotros.

El amor no es para todos nosotros.

Y la palabra de dios es una puta mierda. 

Si no puedo amarte ¿De qué me sirve el mundo? ¿De que sirve la fé? 

—¿Jimin? ¿Sigues ahí? —escuche a mi amigo del otro lado del teléfono— Maldito teléfono, ya se rompió.

Él había pronunciado su nombre.

Ahogándome en recuerdos.

Pensé que te había borrado de mi mente, pero mi corazón aún no se olvidaba de ti.

—¿Min YoonGi?—pregunte tembloroso.

No podía ser que de todos los amigos que podía tener, Taehyung justo fuera a conocerlo, a ser amigo también de él.

¿Porque?

¿Porque tu nombre volvía? 

¿Porque jamás logre olvidarte? 

—Dijiste... ¿Min YoonGi? — repetí para cerciorarme. 

—Oh, sí, es un amigo mío. — respondió.

Haciendo realidad mis temores.

La tensión hacia incomoda la charla.

—Nunca te hable de él —se excuso— Por qué, no se, por que nunca se me había ocurrido.

—Yo... — no podía entender la puta suerte del destino.

¿Porque era tan cruel?

—¿Jimin estas bien? — escuche preguntarme con preocupación.

Sinner of God | YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora