Leo no era capaz de saber como se sentía, por eso y por su expresión de piedra era por lo que ningún día se libraba de insultos y golpes por parte de sus compañeros de clase.
No socializaba, no tenía amigos, y aún peor, tampoco tenía familia.
"¿Para qué seguir así?" Se decía a si mismo muchas veces "Nadie me echará de menos."
Pero sus pensamientos cambiaron de parecer al conocer a cinco chicos muy especiales. Chicos que le aceptaron como era, chicos que le creían y querían. Desde su encuentro con ellos, nunca pensó igual, pero quizás fue porque nunca llegó a ser el mismo.