El asesino de seda

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La chica estaba narcotizada, dormía plácidamente en el suelo. Sin saber que su hora estaba próxima, que muy pronto todo desaparecería y no volvería a existir para ella. El asesino la miró sonriendo, pronto su misión acabaría, hasta que otra presa llamase la atención de su instinto cazador. Cogió la fina cuerda de seda, se la pasó por el cuello; cogió la pulsera de hilo trenzado, se la paso por la muñeca; por último, recogió el monigote que había recortado, y lo puso justo debajo de donde el cadáver colgaría. Tiro de la cuerda y el cuerpo sin vida de ella quedo colgado. Por última vez miro el sitio en el que su cuarta víctima descansaba. Sonrío y abandonó el lugar,camuflándose entre la gente.

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