El asesino de seda

Capítulo 2: ¿Otra vez un principio!

Otra ver el asesino de la seda había atacado, su cuarta víctima,  Victoria Moreno era una joven que estudiaba derecho en la universidad de Cambridge. El asesino había atacado a sus últimas dos víctimas en la mitad de tiempo que entre la primera y segunda, eso solo podía significar una cosa, estaba cogiendo soltura, volviéndose más confiado y eso no se podía permitir. Había llegado a matar a cuatro jóvenes y no debía volver a matar  a ninguna más. Necesitaba ayuda y eso no era fácil de decidir pero sabía de una persona que lo podría ayudar y en el que podría confiar. Cogió una pluma y papel y se dispuso a escribir…   En ese momento entró Lucas por la puerta. Llamándome.

Lucas Stranch, o como todos lo llamaban el agente Stranch, era uno de los agentes más brillantes de su cuadrilla. Licenciado en derecho había dejado un puesto importante en un prestigioso bufete de abogados en Londres para trabajar en la policía y después de los años en la academia, con mucho éxito, él mismo lo había fichado para que perteneciera a su equipo, como a él le gustaba llamarlo.  Después de cuatro años sirviendo a la policía de Londres había demostrado su valía tanto en el campo de derecho, como en el de policía y sin duda había merecido la pena acogerlo antes de que tuviera que hacer de agente municipal. De pelo rubio y ojos verdes era una rareza entre los ingleses. De espalda ancha, bíceps y abdomen musculosos creaba sensación entre el género femenino. Sin embargo, pocas veces se le veía acompañado de mujeres y esas pocas eran siempre compañeras de trabajo o antiguas compañeras de la universidad.

Me levante de mi silla y me dirige al círculo  que las personas de mi cuadrilla habían formado en torno a la televisión me abrí camino y pude ver a una periodista hablar.

— Mierda.— Exclame.— Ya ha llegado la noticia a los medios.

— Pues sí, la verdad es que se han movido muy rápido solo un día nos han dado de tranquilidad.— Comento Martha.

Martha era la única chica de la cuadrilla, muchos pensaban que era débil, pero, al contrario era más fuerte que la mayoría de los hombres.

— Ahora más que nunca debemos ponernos la pilas debemos trabajar mucho para detener al asesino de la seda y hacerle pagar tanto por el asesinato de Victoria como por el de las otras tres chicas que ha matado.— dije— Ha matado, secuestrado y hundido a esas chicas y a su familia y ahora nos toca a nosotros hundirle a él.

— A si se habla, jefe.

— ¡Lo haremos!

La oficina se llenó de gestos de asentimiento y palabras de ánimo, sería difícil, pero confiaba en sus hombres y sabía que harían todo lo que estuviese en sus manos y más para atrapar al asesino.    

Regresó a su despacho y empezó a escribir la carta más convencido que nunca de que necesitaba la ayudad de aquel a quien se dirigía. Doblo la carta y la metió en un sobre volvió a salir del despacho y atravesando la oficina dejo la carta en el carrito del correo.