Uno, dos, tres.

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PoV. James


Uno...

Dos...

Tres...

Empezamos otra vez...

Veo como las finas líneas de sangre bajan por el interior de mi brazo.
Ya no se por que hago esto, no es por la satisfacción de sentir como la navaja atraviesa mi piel, no tengo motivó alguno.

Sólo es que me encanta ver como el color de la sangre contrasta con la pálida piel del interior de mi brazo.

Uno...

Dos...

Tres...

Los nuevos cortes que adornan mi brazo, me dan la vista de la obra de arte más hermosa que eh visto.
Si tal vez suene muy sádico pero ya nada en este punto importa.

El sonido de la navaja en las baldosas del baño es lo que hace que despierte de mis pensamientos.

—James estas bien, tu madre dijo que pasara—

Madison que demonios está haciendo aquí.

—James todo bien quieres que entre— su voz realmente parece preocupada.

—Si Madison ya voy espera—

Maldición que haré ahora la sangre no deja de fluir.

El sonido de la puerta abierta hace que paré de enjuagarme las heridas, para girar mi cabeza hacia la puerta.

Allí estaba Madison, mirándome con esos inmensos ojos verdes y sus mejillas llenas de pequeñas pecas.

—Que demonios te pasa?!?!—llego lo más rápido que pudo a mi lado, y tomó el brazo herido.

—Demonios James contéstame idiota, por que lo hiciste—cuando por fin pude encontrar mi voz le respondí.

—Estas enojada?— lo dije con una voz tan baja que pensé que no me escucho. Me sentía como un pequeño niño que su mamá lo esta regalando.

—No, no estoy enojada, estoy preocupada, porque lo hiciste?—

Lo único que podía hacer era apartar mi mirada, no quería encontrarme con esos ojos que hacen que me arrepienta en seguida.

—James mírame— me tomó la cara entre sus manos y me obligo a mirar hacia abajo.

—James tal vez no comprenda por que lo haces, pero yo siempre estaré allí, lo sabes verdad?—

Y como sí fuera una me solté a llorar, llore como hace años no avía llorado. Me aferre a ella y ella se aferró a mi.

Me aferre a ese pequeño cuerpo que puede ser mi salvación. Me permitiré ser un poco egoísta y no la soltare aún no.

—James tenemos que hacer algo respecto a ese brazo — cuando nos separamos sentí como sí una parte importante de mi se desprendiera.

—Okay, donde tienes el botiquín de emergencia—

—Bajo el lavamanos— una vez vendado y desinfectado, juramos no hablar más del tema.

Y sin pensarlo, otra estrella aviamos pintado.




💙💙💙

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