Prologo.

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-¿Bueno?- pregunté adormilada ya que eran las 3:15 de la madrugada y mi teléfono había estado vibrando desde hace unos minutos.
-Necesito tu ayuda, por favor, ayúdame- se escuchó una voz ronca desde el otro lado, esta persona estaba ebria.
-¿Quien habla?- esto me empezaba a sonar a una broma de muy mal gusto.
Y solo tuve como respuesta una risa ronca.
-Estoy en el bar cerca de la plaza, ¿podrías venir por mí, pequeño demonio?- una carga eléctrica recorrió todo mi cuerpo al escuchar ese apodo, ¿quién era y porque me decía así?

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