Caen pedazos del cielo envilecido, al tocarlo imagino tu suave piel cubierta por mi cuerpo en llamas. El eco de tu respiración penumbra en los rincones mas abandonados de mis tímpanos y tiritan de frió.
Siento tu cabello en mi pecho, como una melena de algodón de azúcar o nubes del cielo mas infinito, sublime.
Tu rostro, como las dunas de los desiertos mas cálidos, fino y alucinante. Creo que me he perdido en tu mirada, parece que me hipnotiza, cada parpadeo es un Tic-Tac que detiene el tiempo, y cada vez que pestañeas siento el fino aire de tus ojos cubiertos por lagrimas. Tan sublime para mi.
Cada palabra que deleitas es como la brisa de otoño, fría y sorda, pero con un gran significado.
Eres como el pecado maldito que me lleva directo al cielo. A lo malaventurado. A lo imposible. A lo sublime.
Por: Frida Ochoa.