Estiro mi mano y tomó el cigarro. Sus manos están frías. Los autos pasan por debajo de nosotros, me siento Dios caminando sobre el agua y debajo de mi pasan peces brillantes de colores.
Inhala una vez más el tabaco, lo exhala por la nariz, mira el cigarro como si fuera las orillas de una pizza, pero como si estas le dieran asco. Tira el cigarro al suelo, escupe y lo pisa.
Vuelve la mirada hacia mi.
-¿Y tu quien eres?- me dice al acto de que se voltea y se recarga en los barandales de frente.
Puedo notar que esta mirando la carretera, es una belleza ver eso; lo digo porque todas las noches al salir de mi trabajo de verano, una pequeña tienda de regalos que estaba a unos cuantos metros de aquí, me quedaba un buen contemplando este espectáculo.
-Me llamo Yeray...- Enciendo mi cigarro e inhalo lo mas que puedo, tirando una gran nube de humo.
-Ari.Han pasado dos semanas desde que lo mire. Creo que estoy muy mal. No me he movido de aquí, literal, sigo sentado en el suelo, recargado en mi cama, justo enfrente de mi espejo, mirándome. Llevo así fácil mas de dos horas. Tras la ventana parece ser un día perfecto, hay sol y los pájaros cantan. Aun así la luz que entra me molesta. Me levanto a cerrar las cortinas. Me he sentido algo mareado, me he descuidado bastante. Prácticamente he vivido de agua y un cuarto de manzana al día, o incluso unos días sin siquiera eso. No me apetece comer, ni siquiera dormir. Solo estar aquí sin hacer nada, parecido a una larva. Apenas y duermo, si sigo así comenzare a ponerme mal de verdad. Me duele la cabeza. Llevo dos semanas sin ir a la escuela, le he inventado a mi madre que me duele la cabeza. Aunque es verdad, hay días en que no soporto el dolor, incluso siento que me explotara, dejando un hermoso mural de sangre en mi habitación.
Mi mamá esta espezando a preocuparse. Creo que yo estoy empezando a preocuparme.
Suena mi celular. Me sorprende que aun tenga algo de batería, lo tomo con toda la pereza del mundo. Como lo suponía, es Andrea, esta es mínimo la vez numero ciento catorce que me llama. Dejo que el teléfono siga sonando.Son las doce y cuarto de la noche, aun no me apetece dormir, dos horas antes mi mamá vino a dejarme un pan dulce que trajo del supermercado. Lo mordisquee un poco. Estoy sentado en mi cama, abrazando mis rodillas y mordisqueandome el dedo pulgar derecho. El viento que entra por la ventana hace mover las cortinas, siento el aire golpear suavemente mi rostro, frió. Me relaja un poco el roze del aire en mi rostro, los mechones de mi cabello se juntan hacia atrás. Al entrar el aire a mi habitación, es algo así como una ola, mi cuerpo es arena junto con las paredes tapizadas de viejos posters de Sonic Youth y The Pixies, el aire choca contra nosotros como el agua a la arena. Bostezo, recargo mi cabeza en la almohada, creo que esta vez dormiré tranquilo. Entrecierro los ojos lentamente. El sonido del aire entrar por mi ventana es como una canción de cuna. Una vez creyendo tener la tranquilidad en pleno sueño, tengo un sentimiento muy abrumador que me asfixia. Una sensación de pánico en exceso, poco a poco las voces se van formando en mi mete, como una multitud enfurecida, diciendo cosas que no tienen sentido entre si. Lo poco que llego a entender no me agrada para nada. Y hasta el fondo de lo que era un escenario vacío, está el. Ni siquiera mirándome. Solo sentado en el suelo fumándose un cigarro. Entonces es cuando la sensación de inseguridad me gana, haciéndome despertar inundado en pánico.
-¡Mamá!-grito con los ojos cerrados-¡Mamá, mamá, mamá!.
Estoy llorando, no se como llegue a este punto. Estoy temblando con los ojos llenos de lágrimas y la manos empuñadas.
Mi madre entra y me ve con un poco de lastima.
-No puedes seguir así- me acaricia el pelo y se acurruca en la cama conmigo. Ella me abraza como si fuera un niño pequeño.Estoy sentado afuera del consultorio del psiquiatra, espero como si fuera una visita al dentista, con miedo de que alguien me quiera sacar una muela y me anestesie con una aguja gigante de hierro.
A un lado de mi esta una chica con cara de fastidio. Yo solo estoy ahí serio.
Espero que me den un frasco lleno de pastillas de colores que pueda disolver en un vaso de vidrio y después beberlo con un poco de vodka.
-Hola- digo tratando de romper la tensión.
-¿Que quieres loquitó?- reponde. Esta tratando de burlarse de mi.
-No soy un loco.
-¿Qué haces aquí entonces?.
-¿Qué haces tú aquí entonces?- la desafío.
-Mi mamá trabaja aquí y me obliga a ir a las aburridas sesiones de grupo del Dr. Rodrigez. ¿Tu?
Wow, si que me mato su respuesta. Pensé que era la típica chica anoréxica que viene a quejarse de su "grasa" y a vomitar un litro de agua que acaba de ingerir.
-¿Ansiedad?- respondo algo confundido.
-¿Ansiedad?.
-Pánico, mas que nada.
Me da una mirada de pies a cabeza y me pongo nervioso.
-Soy Julieta- estrecha mi mano casi a jalones.Tome un dulce del frasco que estaba encima de la mesa de la psiquiatra y salí de ahí. Julieta ya no estaba afuera del consultorio, supongo que esta en las secciones de grupo del Dr. Rodrígez. Me imaginó el ambiente algo deprimente, un grupo de personas sin saber que decir esperando que alguien hable primero tomando café con galletas que hay en la mesita de comida. La semana que viene tendre que unirme a esas sesiones, no quería hacerlo pero me obligaron, lo mas seguro es que venga la primera semana y lo abandone, así como todo lo que hago.
Camino a casa, mis papás me dijeron que vendrían a recogerme al hospital pero yo quiero caminar, entonces supongo que me iré, igual y salí algo antes, mi mamá se ha quedado triste por no poder acompañarme, pero me da igual lo prefiero así.Tengo la esperanza de verlo de nuevo.
Ari.