CAPITULO 7 "Un mal día"

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Mantengo la luz encendida, no quiero dormir, y no es que desconfíe de... bueno, un poco sí, pero todo está perfectamente justificado, lo que pasó en casa de su abuela, si como no, creyó que iba a caer como todas esas chicas con las que se ha acostado, podría apostar a que se ha propuesto el lograr que caiga ante él, pero es un completo idiota si enserio cree que eso puede suceder. Miro alrededor, la habitación es hermosa, la cama es enorme y hace tanto que no duermo en una habitación como esta, pero sinceramente prefiero ser feliz y vivir humildemente a ser infeliz y vivir en la riqueza. No es que piense que todos los millonarios sean iguales, pero he vivido así y no fui feliz.

Después de un rato me levanto de la cama, forzo la vista para poder ver en la oscuridad, camino hacia la puerta con ambas manos al frente para evitar golpearme con cualquier cosa que pueda estar por aquí, logro tocar la perilla, la giro y la abro lentamente para no despertar a nadie, todo está oscuro, la único que ilumina el lugar es la luz de la luna entrando por las ventanas de la casa. Comienzo a caminar rápido, pero en silencio para no hacer ruido, bajo las escaleras sigilosamente, y, estando abajo visualizo todas las posibles puertas que den a la salida, me siento como en el castillo de la bestia, pero en este caso no hay muebles o tazas hablándome que me den apoyo psicológico y me den consejos de cómo sobrevivir, camino hacia la puerta, sujeto la perilla con mis manos temblorosas, la giro y... ¡Maldición! Está cerrada con llave. Mi plan por ahora es salir de aquí y antes de cruzar el jardín llamaré a Jasón para que pase por mí.

¡Ya sé! Debe haber alguna ventana por la que pueda salir... Soy pequeña así que puedo salir sin ningún problema, a mi derecha esta una, me acerco para abrirla... Acerco mis dedos fríos al marco de la ventana y...

- ¿¡A donde crees que vas!? - doy un pequeño salto y mi corazón comienza a latir vertiginosamente, parece que se saldrá de mi pecho. Levanto la mirada, ha encendido las luces, su cabello está todo despeinado y en lugar de usar un traje elegante tiene puesta una pijama de seda que le va realmente bien. Bastante bien diría yo.

-Oh maldición ¡Me asustó! -digo con frustración, siento que mis piernas están temblando y de nuevo mis manos están húmedas ante su presencia y mirada escalofriante.

- ¿Ahora maldices? - pregunta arqueando las cejas.

-Lo siento, es solo que yo quiero ir a mi casa, y... se me olvidó que tengo que terminar de pasar la información de las ventas de los restaurantes de los últimos tres meses que me pidió para mañana- sigue arqueando las cejas y me mira de manera que me hace sentir como un fugitivo, y creo que en cierta forma así me veo. No me cree nada, lo sé, podría jurar que está riendo por dentro y cree que soy muy estúpida, cosa que ahora no contradeciría.

-No te preocupes por eso, lo puedes terminar en la oficina, después de todo no lo necesito con urgencia, ahora regresa a dormir- dice señalando la escalera que da a las habitaciones, llevo la mano a mi cabeza y paso los dedos entre mi cabello para peinarlo un poco. Me siento como una niña pequeña en este preciso instante a la cual han enviado a la cama por hacer travesuras.

-Bueno, yo... no tengo sueño- intento inventar pretextos para que ya me deje ir, solo espero que funcionen...

-Ah vaya, yo tampoco, veamos una película- dice con una sonrisa que apenas y puedo notar, inspiro y aclaro mi garganta.

-No me gustan las películas- respondo con la voz entre cortada, siento el palpitar de mi corazón en la cabeza.

- ¿Pero no dijiste que eso era uno de tus mayores adicciones? - pregunta con sarcasmo recordándome lo que dije en la supuesta entrevista de trabajo, a la que nunca debí asistir.

-Oh, bueno, solo me gustan las de terror y creo que a usted no...-.

- ¡Son mis favoritas! -.

¡Maldición!...

DominanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora