Capítulo 4: Pandemonium

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Pasaron días tranquilos, y de la cantidad de gente que iba y venía en el hotel dejo de hablarse de aquellos extraños sucesos que habían dejado a su paso las mayores atrocidades que habrían seguramente visto.

Los muebles horrendos de esos tiempos de homicidios convertidos en obras de arte domestico se habían guardado en el sótano de aquel sitio, sin que nadie llegara a prestarle una mínima atención.

Habíamos visto muchas personas ya, cuál de todas más raras. Había visto crecer a Ágata, y convertirse en una persona más amistosa, no mucho más, pero sí que se había visto una mejoría importante.

Se empezó a dirigir a mi como "señor papa". Me extraño, ¿Dónde lo había oído?

"Soy una especie de padre, algo así como tú pero en otro sitio."

Claro. Temblé de repente y tuve escalofríos, ya casi se me había olvidado su visita. Me lo dijo mientras desayunábamos y yo recordé todo esto:

-¿Ocurre algo? Estas pálido

-N-no es nada. ¿Por qué "señor papa" y no "papa" directamente?

-No lo sé, simplemente me suena como si ya hubiese llamado a alguien asi. Me gusta.-Se nota que ahora hablaba más.

-Que rara eres.

-Gracias – Dijo cabizbaja

Le puse una mano en la cabeza y la sonreí

-Era una broma, tonta.

De ahí ya me parecía raro que me llamaran de otra forma, no hablaba casi con nadie y ella era la única que me llamaba de alguna forma.

-------------6 Años------------

Ya estaba en el colegio cuando cumplió los seis años. Había cambiado bastante. Tenía peleas en el colegio porque llevaba a su muñeco a todas partes y eso a los demás les parecía que les permitía reírse de ella tanto como quisieran.

Varias veces tuve que dejar el trabajo que había conseguido por ir a buscarla al colegio.

-Si sigo así acabaran despidiéndome.

No es que me resultara demasiado molesto, me resultaba preocupante que se peleara tan a seguido.

Pedí disculpas al director y me la lleve, otra vez. Salimos en silencio, y ya alejados unas calles en dirección a casa rompió este incomodo silencio.

-Lo siento

-¿El peluche?

Lo mire, y ella pareció notarlo. Ambos mirando ese extraño peluche.

-El...peluche, sí.

-¿Desde cuando tienes ese peluche?

Se quedó un rato pensando, parecía que quería recordar, pero no podía, o algo no le dejaba. Finalmente sacó una frase de la chistera, como quien intentaba encontrar una frase que quedara bien.

-Siempre ha estado conmigo, y por eso solían reírse de mí en...-Se detuvo, midió las palabras con una cautela impropia de su edad-...Aquel sitio.

El orfanato, haría ya mucho tiempo que no veía ese sitio, veíamos, mejor dicho.

Eso dejo la conversación en un momento muerto. Las cosas habrían de deslumbrarse, pronto.

Muchos empezaron a faltar entonces y parecía ver a ese peluche..." ¿Me está mirando?" Simplemente creí estar paranoico.

Recuerdo su cara, cuando vimos los muebles, pareció ver algo que al resto se nos escapaba. Simplemente parecía saber más, o eso creí, la verdad es que todo esto empezaba a resultarme raro y confuso.

-¿Te pasa algo? Hoy no has devorado tu comida, y eso que es lasaña.

-No tengo hambre

-¿Ocurre algo?

-Siguen desaparecidos.

No es que hubiesen faltado al colegio propiamente dicho, habían desaparecido de la noche a la mañana, nunca mejor dicho. A la mañana después de haberse ido a dormir, uno tras otro, todos habían desaparecido.

-Lo dices como si fuera tu culpa.

-Quizás lo sea

¿Lloraba? No lo sé, solo vi que bajo la cabeza y su voz empezó a volverse más frágil

-No es tu culpa

-Eso no lo sabes, quizás lo sea

-Deja de repetir eso, ni que tú los secuestraras todas las noches

-Yo no...

-¿Entonces quién? ¿Ves? No puedes haber sido-

-Mis amigos...

¿Sus amigos? Solía nombrarlos antes, pero ahora me resultaba raro oírlo. No parecía que fuera a hablar más, pero también sonaba un murmullo que me decía que sí que quería hablar más.

-¿Tus amigos? ¿Aquellos a quienes no caía bien?

Se volvió el silencio...

-¿Ágata?...

ÁgataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora