-te crees que soy tonto y que no lo noto ¡pero claro que lo noto, joder!-
Los gritos de mi padre fuera de mi habitación me retumban en la jodida cabeza. Las lágrimas y la sangre me nublan la visión.
Intento e intento dejar de hacerme daño.
No puedo evitarlo. Me levanto del suelo al oír sus pasos en el pasillo.Acaricio el pequeño tatuaje de mi pierna con toda la delicadeza posible al sentir que mi piel se tensa. Uso uno de mis dedos para tomar un poco de crema y aplicarlo sobre él. Retiro la sangre de la otra pierna y subo mis pantalones, asegurándome de que no pueda notarse.
-¡que no cierres la puta puerta, Andrea!-
Antes de que pueda ni siquiera contestar, la golpea con fuerza desde el otro lado.
-lo siento...-
A penas puedo hablar, pero no le importa, él siempre ha sido así.
Mamá comienza a gritarle que se detenga y los pasos se alejan con rapidez.
Solo somos nosotras dos, contra un hombre que se pasa el día bebiendo y tratando a las personas a su antojo. Solía compartir ésta habitación con hermano, hasta que tomó sus cosas y se largó sin ni siquiera despedirse de nosotras. A mis 16 años, todos los días que puedo recordar han sido así de tristes.
No puedo confiar en mis padres, simplemente me mantengo en mi habitación todo lo posible. A veces imagino cómo sería tener una familia normal, pero la realidad es distinta.
Tomo mi pelo en una coleta, dejando ver los lados rapados. Instintivamente doy un paso hacia atrás cuando la puerta se abre, chocando contra la pared.-¿Qué mierda pasa contigo?-
Él camina hacia mí, agitando una bolsita con restos de heroína en polvo que yo misma había escondido en el baño.
-no es... Mío-
Mis palabras le hacen chasquear la lengua, descubriendo mi mentira.
Llevo unos meses vendiendo, al final siempre acabo esnifando algo de esa mierda. No es ningún problema, me ayuda a relajarme y a dormir.
-es la última vez que te permito tener esto, ¡¿Entendido?!-
Mi espalda choca contra la pared al tenerle tan cerca, sintiendo el miedo en mis piernas.
-entendido...-
Las palabras apenas salen cuando me mira así, es tan... Aterrador.
-¿Te lo estás metiendo?- Cuando lo abre, introduce su meñique y lo lleva a su boca-¿Heroína? ¡Te he dicho que si te lo estás metiendo!-
Bajo la mirada al suelo, conteniendo la respiración para evitar llorar.
-solo lo vendo...-
Agarra mi cuello cuando intento escapar, ésta vez siento dolor en mi espalda cuando vuelve a chocar con la pared.
¿Cómo reacciono a esto?-¡Deja de mentir!-
Sujeto sus manos cuando el aire deja de entrar en mis pulmones, su rostro comienza a nublarse y en unos segundos mi cuerpo deja de luchar. Dejo caer mis brazos y parpadeo lentamente, resistiendo el dolor. No puedo decir con seguridad cuánto tiempo pasa hasta que suelta el agarre, solo cierro los ojos.
Mis piernas colapsan y caigo al suelo de rodillas, tomando una bocanada de aire al atragantarme.-¡Me tienes harto!-Usa su pie para golpear mi rostro, obligándome a caer boca arriba- ¡ni se te ocurra salir de tu habitación sin permiso!-
Deja caer la pequeña bolsita a mi lado, caminando hacia la salida. Vuelvo a cerrar los ojos al sentirme aturdida. No puedo llorar ni hacer nada para evitar esto, estoy tan acostumbrada a esto que solo siento la presión en mi pecho.
ESTÁS LEYENDO
El Amor No Es La Ostia
Teen Fiction"¿Alguna vez has pensado en cómo es la vida privada de alguien a quien apenas conoces? Ella siempre me dice que todo está bien, que él va a ser mejor persona y dejará de beber porque la quiere. Pero, cada día en esa casa es una autentica pesadilla...