capítulo 4

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Jonathan

Bajo del coche y uso mis llaves para entrar, escuchando los gritos de su padre.

-¡Si no abres tiraré la puerta!-

Él patea la puerta del garaje, dejándome algo asustado. Ya le había visto así varias veces con otra gente, pero nunca pensé que con su hija también.

-¿Salas?-

Una botella medio vacía en la mesa del salón y algunos alimentos en el suelo, no es bueno. Levanto mis manos cuando gira la cabeza hacia mí.

-¿Por qué has venido?-

Aclara su garganta cuando camino hacia él con lentitud.

-para hablar contigo-

Le empujo con cuidado de la puerta y él aparta mis brazos.

-largate, Jonathan-

Sujeta con fuerza un teléfono, dejándome ver algunas pequeñas heridas en su brazo.

-tienes que calmarte, asustas a tu hija-

Mis palabras le hacen chasquear la lengua. Puedo escuchar a Andrea sollozar desde el otro lado.

-es su maldita culpa-

Señala la puerta después de golpear su frente con los dedos, controlando su respiración poco a poco.

-ve al club, hay trabajo pendiente-

Creo que es la única idea buena que puede funcionar para que se vaya, así que le miento a la cara.

-¿Y por qué coño no lo estás haciendo tú? para eso te pago-

Encojo mis hombros, pensando de nuevo:

-hay unos clientes que quieren hablar contigo-

Suspira con notoriedad, tomando distancia de la puerta.

-creo que ella está...debería ver si está bien-

Sacude su cabello y recoge todo el desastre de la cocina.

-yo lo haré, vete-

Deja el teléfono en la mesa, al lado de la botella.

-dile que lo siento-

Se va dando un pequeño portazo, golpeo la puerta con los nudillos con calma después.

-puedes salir, se ha ido-

Incluso desde aquí puedo escuchar su llanto, esto no está bien.

-me estás mintiendo-

Chasqueo la lengua por su voz entrecortada y aclaro la mía:

-confía en mí-

Ella desbloquea la puerta, asomando su cabeza para asegurarse.

-gracias...-

Fuerza una sonrisa y mueve sus piernas con rapidez hacia su habitación.

-espera, ¿Qué ha pasado?-

Deja salir un largo suspiro mientras se detiene. Oculta su rostro con las manos cuando me acerco.

-ya te he dado las gracias, ahora vete-

Cierra la puerta de su habitación en mis narices, así que la obedezco.
¿Cómo su propio padre puede tratarla así? No puedo entenderlo, le conozco desde hace años y sabía que era violento, pero nunca imaginé que con ella también.

El Amor No Es La OstiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora