I'm not her |Carl Grimes.

Capitulo 9

Nadia Peletier

Después de lo sucedido, emprendimos el viaje, mi mirada estaba enfocada en el camino aún sintiendo las manos de aquel tipo sobre mi, sentía asco de mi misma en ese momento, me sobresalté cuando sentí algo posarse en mi cabeza y al notarlo era el sombrero de Carl es cual me miraba con una sonrisa débil;—Se te ve bien.

Yo me limité acomodar el sombrero para que no se le cayera, Carl nuevamente se silenció. Hasta que vimos unos carteles en los arboles;—Mira.

—Terminus.—Leí el cartel más cercano a mi.

—Prepárense vamos a entrar pero nadie debe hacer ruido.—Rick nos avisó.

—No creo que debamos entrar por ahí...—Miré la entrada con desconfianza.—Mientras caminábamos noté que la entrada puede ser poco segura, pero si no mal recuerdo... Siganme.

Rodeamos el perímetro encontrándonos unas rejas;—Factor sorpresa, mi profesor de educación física siempre me enseñó a usarlo...—Recordé al mayor, ¿Donde estaría Negan ahora?

—Pues es una buena idea.—Michonne me miró antes de hacer lo que propuse, escalamos las rejas y al bajar entramos

Rick hablo con un hombre que se hacia llamar "Gareth" pero hubo algo que me llamó la atención, un hombre tenia en su manos un reloj que recordaba haberle visto a Glenn en algunas ocasiones.

—Rick.—Me acerqué a el para susurrarle.—Mira el reloj...

—¿Y ese reloj?—Al parecer también lo había recordado.

—Se lo quite a un muerto.

Rick se movio con gran rapidez poniendo la pistola en el cuello del hombre, Carl por su parte me atrajo a el con cuidado de que no vuelvan a tomarme de rehén.

—¡Barbas! suelta a mi hombre.—Gareth gritó.

—¡¿De donde sacaron esos objetos?!—Rick ignoró lo que le habían dicho.—Que hay de ese poncho?

—Se los quitamos a unos muertos.

De la nada todos los presentes nos estaban apuntando, por ser mayoría nos vimos obligados a bajar nuestras armas.

—ahora barbas dirijete a ese camión.—Gareth se burló de nosotros apodandonos.—Ahora tu ballesta. Samurai es tu turno.

Todos se estaban poniendo en fila;—El niño y la sirenita.—Gruñí ante el estúpido apodo que me había puesto. Ambos obedecimos y nos pusimos en la fila.

—Abre la puerta y entren.—Gareth volvió a hablar a lo cual Rick obedeció.

Cuando entramos vimos a Maggie Gleen y a otras personas que casi no podía distinguir

—Se metieron con la gente equivocada.—Rick habló con seriedad.

Aquí estamos encerrados en un vagon como ratas, Rick junto a otros del grupo habían sido llevados a quien sabe dónde, al escuchar una explosión buscamos la manera de salir pero nuestro salvador llegó abriendo la puerta mientras disparaba;—¡Vamos!—Rick gritó haciendo que corriéramos.

Los caminantes nos habían acorralado, pero una chica llamó nuestra atención, creo que se llama Rosita;—¡Salten la vaya!

Carl me ayudó a subir y luego el cruzó, mi corazón estaba por salirse al correr tanto, pero al estar todos pudimos tomarnos un descanso caminando lento por el bosque, me alarmé cuando Daryl volteo quedándose estático.

Al dirigir las miradas a donde el, observé a Carol quien al verme sonrió. Daryl se me adelanto y corrió a abrazarla pronto yo hice lo mismo corriendo a sus brazos.

—¿Tu lo hiciste?—Rick la miró agradecido.

Ella asintió sin poder hablar, solo limpiaba mi rostro que probablemente aún estaba herido.

—Gracias...

—Tienen que venir conmigo.—Carol habló y la seguimos hasta una cabaña, de ella salio Tyresse con Judith.

Rick mostrando una sonrisa corrió a ella tomándola en brazos, Carl hizo lo mismo acariciando su cabeza, yo los miré con cariño.

—Nadia. Quisiera hablar contigo algo ¿Puedo?—Carol me apartó un poco del grupo.

—Claro.—Sonreí

—Sabes que yo te quiero mucho, y desde que te conozco te he querido como una hija más allá de lo que el resto crea.—Muchos al principio asociaron su cariño con mi similitud a la tal Sophia.—¿Te gustaria...?

—¿S-ser como tú hija?—Mis hijos resplandecieron, creo que nada me gustaría más que usar el apellido de Carol.—Me encantaría

En un abrir y cerrar de ojos estábamos en donde comenzamos en las mismas vías de tren. Al ver el cartel me detuve, con un carbón taché lo que decía y escribí.

"No hay santuario"