Me vuelves loco

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El mayor se sentó sobre la cama de dos plazas, confiado en que el genio se vestiría utilizando su "magia", sintiendo aquel familiar ardor recorrer su cuerpo al pensar en cómo se vería Jimin con aquella ropa. Se preguntó una o dos veces si su "idea" era apropiada para el momento, o el establecimiento.

Jimin respiró profundo y dejó salir el aire acumulado lentamente; la mirada tan insistente de su amo le avergonzaba un poco. O mejor dicho, mucho.

- Jimin, hermoso, mi vida, mi genio –le llamó la atención Yoongi, aún sin quitar su mirada tan atenta de su cuerpo –enseñame como te queda, dale. –le sonrió con una inocencia algo falsa. Después de todo, aunque aquella sonrisa mostraba pureza e ingenuidad, el menor había percibido cierto tono de inquietud y perversión en aquellas palabras.

El pelirrojo, de cualquier manera, se sintió halagado ante tanta atención. Hasta le pareció tierno y lo hizo sonrojar el tono de desespero de su amo. Y entonces, con una sonrisa radiante y cegadora como el mismo Sol, cerrando sus coloridos ojos, comenzó a desvestirse.

Su amo casi se ahoga al observar a su pelirrojo desvestir su torso; aquella sensación tan cálida había vuelto a recorrer su cuerpo, recordándole lo mucho que aquel genio provocaba en su ser. Aquella piel tan bien pigmentada parecía tan irreal, y una sonrisa se formó en sus labios al recordar: es Jimin, es un genio, y es suyo.

El menor sintió sus mejillas calentarse rápidamente ante su amo, preguntándose mentalmente si era tan necesario que lo admire de esa forma. Sus ojos seguían cada movimiento, cada acción, también recorrían su cuerpo sin apuro. La familiaridad de su mirada, como si no se hartaría de observarlo ni en un millón de años, aunque él estaba haciendo algo tan simple como quitarse la parte de arriba de su pijama.

Tomando el suéter mostaza en sus manos, camino lentamente hasta pararse en frente de su amo. Sonriendo, aún sonrojado, se tomó su tiempo deslizándolo lentamente sobre su piel. Se sentía tan feliz, tan deseado, afortunado de tener a su lado a un hombre como Yoongi. Tenía toda su atención, y aquello lo incitó a alejarse unos pasos cuando notó los brazos de su amo acercarse a su cintura.

- Mmmm Jimin, ¿qué haces? –se quejó frustrado el pelinegro – ¿no ves que te quiero tocar? –su voz sonaba enfadada, pero su sonrisa y aquel brillo en sus ojos decían lo contrario; estaba disfrutando aquel pequeño rato con su juguetón genio.

- Solo me estoy vistiendo, amo –le respondió riendo suavemente el genio, su amo era muy gracioso en esos momentos. Se sentía poderoso, como si tuviera el control de su amo. Y le gustaba.

- P-pero... -Intentó quejarse el mayor, no obstante, olvido lo que estaba por decir cuando el menor comenzó a mover sus caderas a un ritmo inexistente. El suéter le quedaba exquisito, según él.

El lascivo cuello y las marcadas clavículas del genio estaban descubiertos, dejando aquella piel tan bien bronceada ante los insaciables ojos de su amo. Se veían tan suaves, tan perfectamente pigmentadas, tan fuera de éste mundo, tan delicadas, el mayor podía escribir poemas interminables sobre aquellas clavículas. O sobre todo Jimin; el genio seguía siendo su más grande enigma su más grande maravilla.

El genio pensó que bailar a un ritmo que sólo existía en su mente no era suficiente para volver loco a su amo, así con un parpadeo de sus pestañas apareció unos reproductores de música.

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Mi bello genio //  YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora