Miedo

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¿Saben qué es lo malo de tener alucinaciones por falta de sueño? Al pasar el tiempo te hacen más sensible al miedo, o por el contrario lo ignoras.

Un fin de semana entero con sus padres fue suficiente para darse cuenta.

Podía ver a él por encima de su madre, rondando por el techo y con las garras fuera. No importaba cuantas veces se dijera a si mismo que aquello no era real, no podía bajar la guardia ante la mirada brillante de aquella cosa putrefacta. ¿Por qué cada que lo veía venia consigo un peste a muerte?

Cuando la alargada mano negra de aquella cosa se estiro hasta su madre, su instinto de protección y supervivencia salieron a flote, quitándole a su madre de la mano el cuchillo y señalar a él amenazándole logrado que retrocediera.

Claro, en otras circunstancias hubiera sido un héroe. Pero a juzgar por la mirada de sus padres, sólo era un loco señalando el techo de la cocina con un cuchillo. Su padre tuvo que palmear su espalda suavemente indicándole que bajara el cuchillo, que todo estaba bien.

Menuda mierda, nada estaba bien. Al menos nada en su cabeza.

Y así el Lunes llego. Escuela de nuevo, risas, conversaciones y pisadas por todas partes. Había vuelto a la universidad y eso significaba que tenía que volver solo a su departamento.

Es lo mejor se repetía mientras caminaba a su salón si me desquició al menos mato a media escuela y no a mis padres.

Una sonrisa se formo en su cara al momento que aquella tonta idea se formo en su cabeza, no había forma de que algo así sucediera. Volteo hacia un lado al escuchar un jadeo, algo parecido a un "Oh por dios." y sólo pudo distinguir la cara de horror de su compañera, la cual se alejo de inmediato a paso veloz mirándolo como si se asegurara de que estaba lo suficientemente lejos de él.

—Tal vez lo dije en voz alta.– murmuro mientras se dirigía a su salón sin ánimos de detenerse a averiguarlo.

Si lo vieran, cualquiera diría que era un chico normal. Pantalón de mezclilla, una playera de "Batman" y una camisa a cuadros sobre ella, otro friki más. Nadie tenía idea de todo lo que le estaba pasando.

— Parece que no dormiste bien.– dijo la castaña al verlo pasar a sentarse en el sitio vacío.– ¿Te encuentras bien?

— Nada que un café no reparé.

Le dedico una sonrisa a su compañera, sintiéndose aliviado de que esta fuera lo suficientemente ingenua para sonreírle de vuelta creyéndole su mentira. Era un alivio, pues necesitaba al menos un umbral de paz en esos momentos. Aunque su sonrisa desapareció en el momento que sus alucinaciones atacaron, deformándole la cara a la joven de forma grotesca.

Guiado por el miedo aparto la mirada hacia la pizarra implorando al cielo que aquella chica no se hubiese sentido mal al ver su cara de miedo. Cerro los ojos por un momento repitiéndose su eterna letanía "Esto no es real" una y otra vez hasta sentirse lo suficientemente listo para abrir los ojos y atreverse a mirar por el rabillo del ojo a su compañera, notando que su cara había vuelto a la normalidad.

Suspiro de alivio en ese momento, pero también notó, a lo largo de la clase, que la chica se había ofendido con él probablemente al mal interpretar su miedo.

La vida de N. C. Sperver Donde viven las historias. Descúbrelo ahora