Capítulo 21

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Yair y Verónica se encontraban sentados en el sofá de la sala de la casa de Verónica. Mientras salía vapor de dos tazas de café que reposaban en una mesita enfrente de ellos.

Este clima frío ameritaba una taza de café caliente y suéteres grandes, tanto que llegaban debajo del trasero. Ambos eran de Verónica pero uno de ellos era más grande que el otro.

-Extrañaba esto.- Dice Yair de la nada, cambiando la conversación de la carrera de Verónica a eso.

-¿Qué?- dijo ella mientras tomaba la taza y tomaba un sorbo.

-Esto. El platicar como si nos conociéramos de toda la vida, sin restricciones sobre que decir. Esto.-

Verónica sonrió y se sintió más ligera, como si la presencia de Yair hiciera su existencia ligera, sin ninguna carga ni un remordimiento, nada.

-Yo también lo extrañaba.- Abrió los brazos en busca de ser correspondida. También él abrió los brazos y la rodeó con ellos. Lo olió y era la misma loción del día en que se conocieron, el día en el que hicieron un lazo inquebrantable.

-¡Verónica! Necesito que me ayudes a...- su madre dejó la frase al aire al ver a un chico sentado en el sofá a lado de ella.-...preparar la cocina.

-Oh, él es Yair, es una amigo que conocí el verano que pasé en Acapulco. Yair ella es Carlota, mi... mamá.

Yair se puso de pie y se acercó a ella. Le tendió la mano y la estrechó.

-Mucho gusto, señora Montés.

-Verónica en serio necesito ayuda para la cena con tus tíos. ¿Él se quedará a comer?

-Sip.- se dirigió a Yair.- Vuelvo en un rato.-

-¿Comeremos en el comedor? – preguntó Verónica una vez en la cocina.

- Si, y por favor pon la vajilla bonita.-

Tomó los platos que solo usaban para ocasiones especiales y los llevó a la mesa. Llevó los ocho de una sola vez.

-Déjame te ayudo con eso.- Yair se acercó y tomó los platos de sus manos.

Cuando llegó la familia que sobraba todo se puso algo incómodo.

-Oh, Yair ¿Qué haces aquí? ¿Viniste a visitarme?- dijo la prima superficial de Verónica.

-Oh mira, una de las Karda...- Verónica le dio un golpe en el brazo. -...hermanas de Acapulco. No te ilusiones, ni sabía que estaban aquí, y Verónica me invitó a cenar.

La tía Anna recibió a Yair de una manera materna y nostálgica. Digamos que conocía a todos y cada uno de los amigos de sus hijas y a algunos les tenía mucho cariño, y todos sabían que Yair mostraba mucho mas reciprocidad hacía Anna. Ambos se llevaban de maravilla.

Al momento de cenar todo estaba en silencio, hasta que Anna tomó la iniciativa de empezar a hablar.

-¿Y qué haces aquí Yair?

-Mi papá trasladó su negocio para acá porque según él, el calor le estaba "Taladrando la cabeza".

-¿Y dónde vas a estudiar?

- Mi papá tiene contactos con uno de los responsables de la UNAM entonces estudiaré ahí, en Ciudad Universitaria, en donde estudia Vero.- tomó un bocado de carne que estaba en su plato.

-¿Y qué estudias, hijo?- preguntó el Tío de Verónica

- Diseño Industrial.- hizo una pequeña pausa. –¿Y planean quedarse mucho tiempo en la Ciudad?- Verónica lo golpeó por detrás de la mesa ya que estaba a un lado de él. Solo se inmutó un poco y sonrió después.

-No tenemos un tiempo definido pero esperamos regresar antes de que termine el año.- respondió la tía Anna.

La cena transcurrió tranquila y sin ningún contratiempo. Anna y Carlota se fueron al jardín a tomar un poco de vino, las hermanas se fueron a caminar por el lugar y su padre y su tío fueron a hacer quien-sabe-que.

Yair y Verónica subieron a su cuarto de arte.

-Tienes toda una galería de arte en un cuarto pequeño.- estaba mirando todos los cuadros en una pila. Verónica estaba sentada en el banquillo enfrente de su mesa de diseño.

Yair sacó un cuadro del montón. Verónica divisó que era el de la "evolución retrograda".

-Este es interesante.- Eran siluetas de la evolución del Hombre y como si fuera un reflejo en el agua, conforme el mono se iba volviendo humano, había un árbol con cada vez menos follaje y ramas , el fondo era de un color azul cielo. –Demasiado emotivo.

Ese le gustaba mucho, era simple pero expresaba demasiado sin duda.

-¿Vas a hacer algo en Navidad?- dijo Yair para cortar el silencio de la habitación.

Verónica pensó en las últimas Navidades, se la pasaba en su cuarto con una botella de Champaña, tocando el piano y viendo especiales navideños en la tele, siempre era asi. No le gustaba estar con sus padres y su familia.

-No, creo que no.-

-¿No quieres venir a cenar a mi casa? Como nos acabamos de mudar, solo seremos mis papás y yo y tal vez unos de los amigos de mis padres.-

-Si no es mucha molestia para tus padres, está bien.-

-No, claro que no.

Para ella, el pensamiento de la Navidad se sentía lejano y fuera de sí. No se había dado tiempo para pensar en esos momentos.

Lo que solían hacer antes de que Kira muriera, era que siempre hacían cenas familiares, con los abuelos y los tíos y en ocasiones solían hacer un juego que consistía en envolver algo, lo que sea y la gente iba eligiendo uno a uno un regalo pero entre ellos se podían quitar. Ella recordaba como al abrirlo la gente se desanimaba pero en ocasiones también sonreía. Esos eran los buenos momentos, donde la familia era unida. Después se separó todo, era como si Kira fuera el pegamento de aquella familia.

-En ese caso, me encantaría ir.- dijo con una pequeña sonrisa en su rostro. Yair era la única persona con quien ella podía sonreír.

-Perfecto. Te recogeré a las 7 de la noche.- hizo una péquela pausa para ver la hora en su celular y siguió:- Tengo que irme, ya es muy tarde. ¿Quieres que vaya por ti para llegar juntos a la escuela? Es que no quiero llegar solo, me siento un poco nervioso.

Ella río y asintió, todavía quedaba un poco del Yair todo inocente que ella amaba.

Puso el cuadro de nuevo en la pila y le dio un abrazo a Vero, después salieron del cuarto, para acompañarlo a la puerta.

-Ve con cuidado.- dijo ella.

-Claro, vengo por ti a las seis y media.- De nuevo solo asintió.

Tarde, demasiado tarde, demasiado tiempo sin escribir, lo sé, no tengo perdón e hice un compromiso con ustedes, lo siento mucho pero estoy muy atareada con tareas y proyectos. LOOO SIIIIENTOOO!!


Pretty SoulsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora