CAPÍTULO 41

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Tic- toc… tic- toc… tic-toc… Sonaba de fondo el reloj de madera pegado a la pared de la habitación, un péndulo bastante antiguo y refinado

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Tic- toc… tic- toc… tic-toc… Sonaba de fondo el reloj de madera pegado a la pared de la habitación, un péndulo bastante antiguo y refinado. Tragué saliva con dificultad mientras sentía sus ojos azules quemándome la piel. Su mirada era demasiado intensa, no importaba cuanto lo intentara, era imposible mantenerle la mirada fija. Me moví incomoda en la cama mientras trataba de recomponerme. ¿Qué mierda ocurrió? ¿Iam nos teletransportó a éste lugar? ¿Acaso era consciente de sus habilidades? ¿Eso significaba que recordaba? ¿Por qué me trajo junto a él? No tenía la mínima idea, pero de una cosa estaba segura: iba a averiguarlo todo.

O eso espero....

-Entonces… -Carraspeé con una suave voz ya que aún no me había recuperado por completo de la garganta. Levanté la vista y jugueteé con uno de mis cabellos rubios mientras trataba de sostenerle la mirada. -¿Ahora qué? –Pregunté torpemente mientras lo veía levantar una gruesa ceja en señal de vacilación. Me volví a mover incómoda mientras bajaba la mirada hacia mis manos.

-¿Cómo que ahora qué? –Cuestionó mientras se reincorporaba de la cama dándome la espalda.

-Me refiero a que qué pasara ahora. –Expliqué a sus espaldas. Él no respondió al momento. Se tomó su tiempo mientras se levantaba de la cama y se desabotonaba la camisa, cuando se la quitó automáticamente me ruboricé. En su espalda podía visualizarse cada músculo perfectamente marcado y eso me desconcertaba bastante pero la pregunta era ¿Qué estaba haciendo?

-No lo sé, ¿qué quieres que ocurra? –Cuestionó de forma picara mientras se giraba hacia mi dejando a ver su abdomen con los abdominales perfectamente marcados. Me atraganté.  Las venas de su antebrazo saltaban dándole un aspecto fuerte y robusto. Tosí unas tres veces tratando de recuperar el aliento. Él sonrió de una forma traviesa que me ponía los nervios de punta. –Voy darme una ducha. –Dicho eso desapareció de la habitación dejándome allí sola con el ruido molesto  del reloj de madera de fondo.

-Ya veo… -Susurré mientras suspiraba y sacudía mi cabeza tratando de sacarme de la mente la imagen de Iam sin camisa. ¿Cómo podía ser tan jodidamente prohibido? Tenía un cuerpo de dios griego, una actitud diabólica y una sonrisa de ángel. ¿Qué alguien en éste estúpido mundo me explique cómo podía resistirme?

Toda la situación estaba por volverme completamente fuera de quicio. No entendía nada de lo que estaba ocurriendo, muchas cosas en mi mente estaban difusas y aun no tenía las respuestas suficientes para todos mis cuestionamientos. ¿Qué tanto podría soportar a ciegas?

Me levanté de la cama mientras inspeccionaba el lugar. No tenía un estilo en concreto. Artefactos viejos en una habitación moderna. Extraña combinación. Tampoco logré encontrar alguna fotografía o elemento personal. Parecía más bien un hotel o algo así.

Comencé a toquetear todos los artilugios antiguos de la habitación como si fuera una niña de cinco años inspeccionando una juguetería hasta que el sonido de la puerta abrirse me desconcentró. Me giré rápidamente y la boca se me cayó al suelo. Ahí estaba él con el torso desnudo, el cabello mojado y despeinado, una toalla enrollada a su cintura y las gotas de agua caer a lo largo de su pecho. Mi corazón salió disparado.

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