Yurio, ¡no veas!

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Ambos hombres llegaron al lugar citado.

-Vaya que tardaron. ¿Qué tanto hacían? -inquirió el rubio.

-Pues Viktor...

-La verdad es que Yuuri y yo estábamos haciendo muchas cosas "románticas" -dijo el albino interrumpiendo las palabras del azabache, tomándolo del mentón.

-Sabes, Viktor, yo en realidad no necesitaba enterarme de eso -comentó el menor girando el rostro, evitando que se viera su gran sonrojo.

Lo que Viktor quería lograr con sus acciones era demostrarle a aquel ser que éste no era el único capaz de seducir. Lástima por Viktor, entró en una zona muy peligrosa.

-¡V-viktor! -reclamó con un sonrojo que le cubría por competo el rostro.

-¿Lo ves? Hasta el cerdo opina lo mismo

-¡Eres un pervertido! -exclamó el japonés cubriéndose el rostro.

Bueno, esa no era la respuesta que el ruso mayor esperaba. ¿Lo peor de todo? Ahora él había quedado como el pervertido, siendo que éste era otro.

-Como sea, vamos a entrar -dijo Yurio avanzando primero.

El japonés se disponía a seguirlo pero el agarre del ruso lo detuvo.

-¿Por qué esa reacción, Eros? -cuestionó Viktor de manera retadora.

-¿Uhm...? -el chico giró su rostro para encontrarse con el del albino, lo miro por escasos segundos y prosiguió a acercársele y susurrarle al oído. -Te recuerdo que estamos en público, mi amor -seguido de esto dio una pequeña lamida al borde se su oreja.

Si tuviéramos un marcador en cuanto a este juego de seducción, estaría así:
Eros: 1
Viktor: 0

Eros no era tonto, él sabía exactamente en que momento debía actuar tan amable e inocente como Yuuri y en que momentos debía ser sensual y provocativo, algo que el albino no consideró.

Luego de esa pequeña acción por parte del azabache ambos entraron al establecimiento, pero el sonrojado ahora era Viktor. Yurio, al verlos entrar, iba a cuestionar sobre el por qué del sonrojo del peli-plateado, pero prefirió no hacerlo.

Una vez que los tres se colocaron los patines se dispusieron a entrar en el blanquecino y brillante hielo. Como el albino entró antes del japonés, pero después de Yurio, decidió voltear a verlo, puesto que éste no se había adentrado.

-¿Qué ocurre, "Yuuri"? ¿Se te olvido como patinar? -dijo el de ojo azulados con un tono de burla.

-No, es sólo que quería verte patinar -lo miró a los ojos y le dedicó una sonrisa.

Viktor no podía ocasionar las reacciones que esperaba en aquel chico de lentes. Él siempre sabía cómo dar vuelta al asunto.

-Creo que ya es hora de entrar -dijo tranquilamente el azabache. -No apartes la mirada -le dijo al ruso.

En aquel momento Viktor no entendió a que se refería el chico del ojos chocolatosos. Sin embargo eso cambió cuando el japonés se colocó en medio de la pista y comenzó a hacer una serie de pasos que, sin duda le parecían familiares.

Ai ni tsuite, Eros

El chico interpretaba aquella coreografía que el peli-plateado le enseñó al Yuuri hace un año. Y entonces los recuerdos empezaron a llegar a la cabeza del ruso: Yuuri patinando aquel programa por primera vez, o Yuuri mejorando en los saltos, etc. Pero un recuerdo, fue un único recuerdo el que cubrió por completo su mente.

Mi Amado EROS 『Vikturi』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora