Capitulo 01

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Éstas son las memorias de una chica, que viniendo de un mundo pobre y humilde, alcanzo una vida que no imagino jamás.

Cuando Sophia tenía tan sólo cinco años de edad, su madre sufría una terrible enfermedad: cáncer. Vio a su madre en sus peores momentos, convaleciente, agonizando de dolor, fue un trauma terrible que tuvo que soportar desde pequeña. Junto con su hermana menor: Angelique.

Sobre su padre, él se había desaparecido de sus vidas el día que su esposa esperaba a Angelique. Se acobardo, jamás tuvo el valor y el coraje para salir adelante con sus hijas y su mujer.

Cuando la madre partió de éste mundo, dejando a su suerte a sus pobres hijas, el estado se hizo cargo de enviarlas a un internado, antes de que terminarán por las calles, con problemas o prostitución. Angelique aun era pequeña, pero por suerte no fueron separadas desde aquella tragedia.

Las otras niñas se burlaban de ellas, aunque casi vivían la misma situación, pero Sophia y su hermana pequeña apenas y tenían unos viejos trapos y zapatos rotos que vestir. Eran ignorantes, casi salvajes. No eran muy higiénicas pues el pueblo donde se criaron podían andar entre los animales y la tierra.

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Sophia tomaba una cucharada de sus cereales, lo llevaba a su boca y comía disgustadamente mientras el resto de las niñas la veían y se murmuraban cosas sobre ella para luego reír. Las niñas de ciudad no eran igual a una niña de campo y la alejaban del grupo por lo mismo.

- ¿Por que usas esos horribles trapos siempre? ¡Eres una sucia! - le gritaba una de las crueles niñas. Sophia no la miraba repulsivamente, moría de ganas por echarse encima de ella y golpearla, estirar sus cabellos y morderla, como lo haría una salvaje. Pero ya había sido castigada por ello, encerrada todo un día sin comer.

Se limitó a sólo comer su desayuno, mientras miraba a su pequeña hermana con un vasito entrenador bebiendo leche. Angelique sólo tenía 3 años de edad. Y no entendía muy bien lo que las demás decían.

- ¡Tu hermana apesta tanto como tú! - volvió a insultar otra del grupito.

Podían insultarla a ella, pero cuando se metían con su pequeña despertaban a la fiera salvaje que habitaba ese pequeño cuerpo de cinco años.

Sophia se levantó y se lanzó sobre la otra, la tumbo al suelo y mordió su muñeca haciéndola gritar y suplicar que la dejara en paz. La prefecta corrió hacia las niñas tomando a Sophia del brazo, la apretó tan fuerte que ésta chilló de dolor, llevándola forzosamente al cuarto de castigo, encerrándola. Abrió la pequeña ventanilla de la puerta y sonriendo gustosa le comento.

- Aquí te quedarás, salvaje.

Memorias de una Princesa [Jb]Where stories live. Discover now