II

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Aquella noche Gabriela se acostó temprano, estaba sola en su habitación oyendo música, su madre en la habitación contigua miraba tv, él amigo de ella Esteban habría de llegar más tarde a dormir en la habitación de visitas.

Esteban a sus 32 años solía hacer deporte, lo que a ella le agradaba, le gustaba mirar sus piernas sobre todo porque eran peludas y marcadas, imaginaba en su despertar sexual, cómo sería estar con él.

En eso estaba cerca de las 11 de la noche cuándo le oyó llegar, su mamá como de costumbre ya había tomado su pastilla para dormir, lo que seguramente ya la tenía en otro plano, Gabriela entonces se levantó al baño, con su short de dormir el que era ajustado y dejaba marcada su vagina y su trasero bien contorneado, a eso le sumaba su polera corta y ajustada que estampaba sus pechos firmes y medianamente grandes para su edad, Esteban justo estaba en el pasillo y a media luz chocó con él.

- Disculpa, no te vi, voy al baño, le dijo riendo y prosiguió por el pasillo mientras de reojo se daba cuenta que él le miraba el trasero, al cerrar la puerta del baño se fijo que su amigo dejó entreabierta la de su habitación.

Al regresar a su pieza Gabriela pasó por la de Esteban, quién justo se desvestía, quitando su polera, ella entonces quedó paralizada, era lo que soñaba, verlo. Esteban de espaldas a la puerta se quitó el pantalón, no llevaba ropa interior, por lo que quedó desnudo, posándose sobre la cama y encendiendo el televisor.

Gabriela lo observaba sin poder moverse, algo excitada, lo miró desnudo, bien hecho sobre ese cobertor azul, entonces puso atención a lo que miraba en la tv, una película porno, Esteban solo en su pieza comenzó a mirar pornografía! Dos mujeres haciendo sexo oral a un hombre, masturbándole y teniendo sexo con él en pantalla, regresó la mirada a aquel chico desnudo quien comenzaba a tocarse, a masturbarse con aquellas imágenes, entonces y sin pensarlo entro despacio y se puso a su lado.

-puedo hacerlo yo, le dijo coqueta.

El se dio vuelta como si nada, dejando en claro que ya la había visto espiarlo

- Si quieres, le respondió, entonces sus manos se posaron en aquel miembro grande, se quitó su polera y su short ya dejaba ver su excitación por su sexo mojado, dejando bien en claro que aquel panorama le gustaba.

Gabriela se agachó, puso aquel pene duro en su boca y comenzó a darle sexo oral, lo lamía con determinación, de la misma forma que había visto que lo hacían en las películas porno que gustaba ver cuándo estaba sola y se masturbaba, lo tragaba y disfrutaba, en ocasiones quedando sin respiración por el tamaño, en ello estaba hasta que sintió los dedos de su amante en la vagina, bajo su short, entrando fácilmente pues ya estaba absolutamente lubricada, se tendió entonces en la cama quitó el pantaloncito e hizo que se pusiera de pie, lo observó y abrió sus piernas, entregando una invitación al placer, Esteban sin pensarlo la besó al mismo tiempo que posaba su pene en aquella vagina lampiña, se posó sobre ella y su miembro entró hasta el fondo y un susurro hizo que se le erizara la piel.

- dame todo el placer, quiero sentirte mi amor, le dijo aquella niña.

Esa frase puso a Esteban muy caliente, tomó los tobillos de Gabriela y abrió aún más sus piernas, penetrándola suave y profundamente mientras ella miraba todo, sentía todo, hasta el fondo, su pene grueso la hacía temblar.

-No sabes cuantas noches te pensé, cuantas imaginé que entrabas a mi habitación y me masturbabas, sentía tú mano en mi vientre, bajando y tocandome cada noche, sin hacer ruido, haciendo que acabe muy rico. exclamo gabriela entre gemidos.

Esteban ya no daba más de excitado, la dio vuelta la puso en cuatro y la penetró desde atrás, ella gritó despacio, pero dejó que siguiera, que la embistiera tomándola de la cintura, la calentó demasiado esa forma brutal de poseerla hasta el punto que acabó mientras eso pasaba y su mano tocaba su vagina y clítoris al mismo tiempo que él entraba en ella.

-Quiero acabar en tu pecho, dijo él luego de sentir que Gabriela había acabado

- hazme una paja rusa, sentenció, ella sin objeción ofreció aquellos pechos firmes con pezones marcados para su amante, él se posó sobre ella y puso su pene duro entre sus pechos, los presionaba al mismo tiempo que se masturbaba con ellos hasta suavemente quedar a punto de acabar, ella de vez en cuando lo levantaba y tragaba, así siguió hasta hacerlo terminar y llenar sus pechos de semen, probando un poco de él.

Sin decir nada, ella al cabo de un rato se levantó, tomó su ropa y se fue a dormir...ese sería el inicio de un largo camino de encuentros sexuales de estos dos amantes, cada uno con mayor intensidad.

GabrielaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora