Capítulo 1 ¿Descubierta?

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Capítulo 1 ¿descubierta?

Los únicos que sabían de mi asombroso linaje, eran el personal administrativo del reformatorio. De resto nadie sabía de mi existencia. Y lo prefería así. La mayoría creía que era una simple "plebeya" súper dotada que logró entrar al internado en busca de un príncipe que la sacase de su miseria. Me reí, porque tengo el suficiente dinero y poder para sacar de la miseria a todos más de una vez.

- Bienvenida prin... - callé al señor que nos estaba recibiendo al momento de mostrarnos los asientos.

- Carl, por favor, solo llámame por mi nombre – el negó

- Es embarazoso, no puedo llamarla por su nombre princesa - sonreí

- ¿eres algún príncipe que se hace pasar por personal administrativo? No me molestaría casarme contigo – Carl y yo nos reímos

- Que fastidio- dijo alguien detrás de mí – entre plebeyos se entienden – en estas ocasiones es cuando más ira me da y me siento impulsada a mostrar mi puto tatuaje - ¿podrían moverse?- me volví y ahí estaba, una chica de cabello azabache, acompañada de un chico bastante alto y con ojos rojos.

- Oh, claro noble basura real – dije haciendo una inclinación desganada

- ¡soy una princesa! – reí alto

- Princesa mi culo- dije arrastrando a Carl, para que me mostrase el asiento.

- Princesa – dijo con voz baja, lo cual agradecía – temo que su madre le reservó un asiento VIP – gruñí

- Esa mujer me las va a pagar – Carl negó. Debo admitir que es un hombre muy guapo y tiene una sonrisa encantadora- en serio Carl, cásate conmigo – el rió

- Me encantaría princesa, pero ya estoy casado – me coloqué la mano en el pecho con dramatismo

- Y yo aquí coqueteándote de forma inescrupulosa – volvimos a reír y me mostró mi asiento. Debido a las comodidades que este tenía, podía suponer que es un viaje bastante largo. Tomé asiento y Carl me despidió con una reverencia.

- ¿desea algo de tomar princesa? – dijo una de las auxiliares de vuelo, asentí.

- Me gustaría un champagne, del mejor que tengan a bordo - pude ver que venía la perra de antes y su noviecito – galletas oreo, muchas galletas oreo y leche – la auxiliar de vuelo sonrió y fue a traer mi pedido.

- ¿y esta plebeya que hace aquí? – oh poderoso sarcasmo, dame todo tu poder.

- ¿yo? ¿aquí? ¿en esté avión? ¿en este aeropuerto? Oye no lo sé, quizás estoy aquí sentadota para ver animales de circo en vía de extinción como tú, querida – el chico miró hacia otro lado con la mano puesta en su boca.

- ¡Sebastian defiéndeme! Y saca a esta plebeya de aquí- el tipo, el que respondía al nombre de Sebastian miró a la tipa de cabello negro y con una sonrisa casi sarcástica

- Lo lamento Monique, pero... yo no puedo hacer eso – sonreí – yo no me meto en peleas de mujeres

- Oh no, estas confundido buen hombre, esa no es una mujer en lo absoluto – el tipo trató de ocultar una sonrisa - ¿Monique, cierto? – ella miraba al chico muy enojada – no te preocupes dulzura, pondré una cortina para no ver tu asqueroso rostro de princesa de baja categoría – la auxiliar de vuelo trajo mi pedido – muchas gracias, y lamento molestarte con mis excéntricos pedidos, pero... ¿podrías poner una cortina que me separe del pasillo? Es que no quiero que mi champagne se dañe por malas energías de un intento de princesa pobre – la auxiliar sonrió y fue a traer mi pedido

Reformatorio (Sebastian Michaelis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora