Una oportunidad.

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El incesante sonido del chisporroteo de la madera quemándose en la chimenea mientras varios maestros meditaban en silencio fue interrumpido por dos toques en la puerta corrediza del salón apenas perceptibles.

—Adelante.

No hizo falta más. La puerta se abrió, y así como lo había sentido aquella mujer que había dado permiso para pasar, había llegado el discípulo que tanto esperaba.

Sushant había regresado algunos minutos después de ver como Hannibal Lecter parecía intrigado por su conversación, gracias a su anillo había pasado de estar de Italia a Nepal, había llegado al monasterio de Kamar-Taj.  Su misión que había sido encomendada por Ancestral estaba casi completa, y ahora dependería del otro hombre para finalizar su plan y llegar hasta ellos. 

El hombre de piel morena rodeó los cuatro maestros de la habitación hasta llegar al frente de Ancestral y arrodillarse para estar a la misma altura de la mujer.

—Está hecho, señora. Tengo el interés del Doctor Lecter.

Ella sonrió satisfecha.

—Buen trabajo, ahora esperemos con paciencia su catarsis. 

El hombre asintió e hizo una reverencia antes de salir de la habitación y dejar que los demás maestros siguieran meditando. 

Minutos después, Ancestral se levantó, y a la par sus más grandes discípulos, los mejores Maestros que manejaban las Artes Místicas. Ancestral se quedó viendo el fuego por un momento, mientras a sus espaldas los Maestros se quedaron con los brazos a sus espaldas y en silencio.

En Ancestral no había expresión más que de calma en su rostro, los demás esperaron a que ella dijera algo.

—Llegará pronto, el que sustituirá a uno de ustedes.— los hombres se vieron entre si cuando la mujer había dicho ello, los protectores de los cuatro templos. Ahora entendían por qué Ancestral les había llevado precisamente en ese momento a meditar.— Como humanos somos débiles, por lo que ahora les pido que no actúen con egoísmo, y enseñen así como les han enseñado.   

Los hombres hicieron una reverencia al contestar con afirmación. Ancestral dejó que se fueran y se quedó sola para seguir con la mirada sobre el fuego. 

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Hannibal miraba por la ventana el pasar del tiempo, la tarde que se convertía en noche, pensando en el momento donde sus sentidos habían sido inundados por la humanidad de su propio ser. El momento de la derrota contra el agente fue cuando el deseo de aceptación por esa persona fue más grande que su curiosidad, lo había llevado a la perdición total de quién era hasta ese momento, se desconocía a si mismo, pero eso no le extrañaba.

Jugaba con la cinta entre sus dedos, enredándola y volviéndola a estirar una y otra vez. El joven que le había dado la cinta mientras dibujaba la primavera no había dejado rastro, pero eso era lo que menos le preocupaba.
Enredó una ultima vez la cinta en su mano derecha y la amarro, ajustándola. No volvería a separarse de esa cinta.

Pasó su nariz por el cuero sintético que ahora cubría su mano como una venda, cerró sus ojos, pensando en que tan cerca había estado de la cadera del agente, ahora combinándose con su propio aroma.

La puerta del piso donde se alojaba el falso matrimonio Fell se abrió, Hannibal metió dentro del bolsillo de su pantalón la mano enredada con la cinta, como si estuviera haciendo algo indebido. Había regresado Bedelia.

Lecter siguió admirando el paisaje, notando como se ocultaba el sol con lentitud.

—Hannibal.

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2020 ⏰

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Todo por recuperarte. //Hannibal AU//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora