•4: "Pequeña responsabilidad"

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Cuando tenía 6 años, y el pequeño Yuuri tenía su orgulloso año y medio, casi adopté la postura de mamá por un tiempo

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Cuando tenía 6 años, y el pequeño Yuuri tenía su orgulloso año y medio, casi adopté la postura de mamá por un tiempo. Cuando mi madre me dijo que tenía que cuidar a Yuuri y protegerlo... Me lo tomé muy en serio ¿Saben? Incluso era un poco estresante para las personas a mi alrededor. 

Me gané el apodo de mamá gansa.

Pero es que al ver a ese pequeño bebé, tan frágil y dependiente de mi casi todo el tiempo, me daba terror el que de verdad le pasara algo. ¿Y si los monstruos debajo de la cama se lo llevaban? ¿Y si dejaba de respirar repentinamente mientras yo dormía? Mi imaginación volaba lejos. Quería estar con él a cada segundo, registrar cada pequeño logro, cada pequeña sonrisa, quería vivir la vida de Yuuri junto a él.

Nos encontrábamos en la cocina, mientras yo intentaba resolver los ejercicios de matemáticas que mi profesor privado había dejado para mi, Hiroko intentaba alimentar a Yuuri con una papilla de zanahoria

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Nos encontrábamos en la cocina, mientras yo intentaba resolver los ejercicios de matemáticas que mi profesor privado había dejado para mi, Hiroko intentaba alimentar a Yuuri con una papilla de zanahoria. Él se negaba y se quejaba. Mediante nuestra marca, podía sentir su enojo y eso más que afectarme sólo me daba retorcijones en la barriga que inevitablemente salían en carcajadas estruendosas. 

Hiroko intentaba por todos los métodos, y ellos no daban resultado. Finalmente solté mi lápiz sobre mi cuaderno y me bajé del banco alto de madera para acercarme a Hiroko y el pequeño Yuuri.

—¿Puedo intentarlo?– Hiroko agachó su mirada y se resignó, una vez más, a que la vida de Yuuri girara entorno a la mía, aunque inclusive fuera un poco al reverso, como si fuera yo un pequeño planeta imperfecto girando al rededor de una estrella gigante y cálida; como si Yuuri fuera el sol y yo la tierra.

Hiroko me tomó por debajo de mis brazos y me subió hasta dejarme sentado sobre la barra del desayuno, frente a mi, Yuuri hacia pucheros en su silla de bebé.

Al verme frente a él, sus ojos se iluminaron y estiró sus brazos en mi dirección.

—Yuuri malo. ¿No quieres crecer para ir a patinar conmigo? ¡Si no comes tu comida no podrás crecer como yo!– Negué tratando de ponerme serio, Yuuri dejó de sonreír captando mis intenciones, era un chico listo después de todo.

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