S.

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Rompiste mi corazón desde el momento en el que sonreíste con ese carisma tuyo, en ese momento mi corazón se detuvo al ver que esa sonrisa era para mí. Me perdí en la calidez de tu mirada, me expuse al daño y fui mutilada por el calor que tu cuerpo desprendía.
Creí en tus palabras, las que anoche me dijiste con tanta sinceridad o, al menos eso me demostraste. Creí en ti y en el constante coqueteo entre nosotros. Me elevaste para dejarme caer sin estar ahí para levantarme.
Soy una romántica desesperanzada, no tengo remedio, pues mi único remedio es lo que más odio, el amor. La droga mundial, la más dañina, de esa me enamoré. Y sé que juré que odiaría al amor con la misma intensidad con la que aprendí a odiarte, sin embargo, por desgracia en el corazón no se manda. Por más que mis pensamientos sobre ti fueron nublados por rabia y dolor, mi corazón sigue latiendo por tí, mi piel clama tu tacto, mis oídos piden escuchar tu voz, mi mente pide a gritos volverte a tener.
Fue hasta entonces que entendí que no te podía odiar, no puedo odiar a la persona que me enseñó a amar, no puedo odiar al amor. Sólo me queda huir de el, correr más rápido sin tropezar, huir hasta no recordar más, correr hasta no tener piernas. Correr para no caer en sus redes. Ese es mi único remedio.

CATARSIS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora