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...

La mirada de Karol iba perdida, tanto así que se pasó de su casa y tuvo que regresar unas cinco cuadras. Cuando llegó el auto de su papá no estaba. Se había ido al trabajo como lo dijo, ella pensó que capaz lo mencionó para que así fuera a su casa y él pudiera darle el regalo que quería. Aunque más que nada, deseaba hablar con Robert, tener una conversación que no se base en sí y en no. La puerta estaba abierta, como de costumbre y cuando entró a su sala de estar todo estaba de la misma manera que está todos los días de todas las semanas pero más limpio. No solían hacer limpieza y tampoco tenían a alguien que fuera a ayudarles con la misma, Carolina  solía hacer eso pero después de que ella murió millones de costumbres y cosas desaparecieron. Su madre se había marchado cuando ella era pequeña. Lastimosamente, ya que la necesitaba en todo su proceso de adolescencia... Tal vez, esa fue una de las razones por la inseguridad que sentía en su cuerpo y en sí misma como persona. No tenía una madre que le aconsejara sobre las cosas que una chica entrando a la adolescencia podía preguntar, estaba parada sola en el medio de la nada. Tenía a su padre pero él era un hombre y Karol siempre necesitó a una mujer como modelo y no la tuvo. Los recuerdos que tiene son todos muy vagos en sí porque, Caro murió cuando ella tenía diez años, hace ocho años que vive con su padre y ahora, prácticamente, vivía sola porque también lo perdió a él.
Subió a su habitación y dejó su morral tirado ahí. Buscó películas en uno de los cajones que estaban en su armario y sacó unas diez de estas, iba haciendo sorteo al azar. Se levantó ya que, estaba en cuclillas y Ruggero permanecía parado contra la puerta del baño, tiró las películas en su mano por el susto que le agarró.
—¡Feliz cumpleaños!
Los ojos de la castaña observaron toda su habitación y después la ventana, la bendita ventana que siempre estaba abierta y que el italiano adoraba para entrar como un salvaje, sabiendo que hay una puerta.
Valentina apareció por la de su habitación con una pequeña torta en la mano y unas dieciocho velas prendidas. Karol se tragó el nudo que empezó a formarse en su garganta, no podían estar haciendo esto ahora mismo. Cruzó sus brazos por su pecho y ellos empezaron a cantarle la canción del feliz cumpleaños, ella seguía totalmente inexpresiva y como siempre, tenías que pedir los tres deseos.
"Que la vida me trate bien una vez en la vida."
"Que las cosas se arreglen con papá."
"Vivir en paz."
Esos fueron los tres deseos que susurró para ella misma cuando sopló las velas, Valu y Rugge se quedaron parados mirándola. No sabían si ir a saludarla o no, estaban vacilando, ella también. No sabía si incitarlos a que vayan a saludarla o no. La vida era complicada como una montaña rusa sin fin, siempre subía y bajaba, casi nunca estaba recta y cuando lo era, parecía aburrido pero tranquilo.
— ¿Ahora qué va a pasar? —Karol acomodó su cabello y caminó hacia su cama, sentándose en ella. Los invitados se pararon enfrente de ella.
—Nosotros nos queríamos volver a disculpar y a desearte un feliz cumpleaños, nos sentimos parte de que, tal vez, la estés pasando mal y no queremos eso. Te engañamos, te lastimamos, te dejamos en el peor de todos los momentos y nos hace sentir estúpidos porque a una amiga no se le hace ese tipo de cosas. —La rubia tragó gordo e intentó tranquilizarse. Tenía unas ojeras tremendas, la castaña sintió pena pero realmente no estaba lista para decirle que los perdonaba. No le gustaba estar sola pero, era mejor en ese momento, la soledad le estaba ayudando a pensar y le gustaba un poco.
—No estoy lista para perdonarlos, tampoco sé si puedo hacerlo.
—Está bien.
Valentina se fue de la habitación dejando a Ruggero, quien le había pedido un tiempo, solo con Karol. Él tenía una mirada perdida, triste, fría, ella nunca lo había visto así, la mayoría del tiempo él podía ser una persona alegre aunque, en otras podía ser un gran imbécil pero siempre encontraba alguna forma de sacarte una sonrisa poniéndose en ridículo o siendo él mismo.
—No sé si te acuerdas de aquel día en el que te dije que sentía algo por ti, espero que sí... Quería recordártelo, yo, sigo sintiendo lo mismo y si me alejé fue porque nunca me quisiste cerca y me acordé de todo lo que alguna vez te dije e hice que te lastimarás... —Metió las manos en sus bolsillos del pantalón. —Además, Candelaria dijo que iba a hacerte daño si no me alejaba de ti, toda esta mierda se juntó en mi cabeza y no supe que hacer. —Se mordió el labio—Yo, pensé que si te dejaba, todo iba a estar bien pero, yo me estoy muriendo por no hablarte y tú estás sola viviendo toda esta porquería... —Caminó de un lado a otro en la habitación. La castaña se paró de la cama y lo detuvo, le dijo que se tranquilizara. —Si estoy contigo, Candelaria te lastimará, no quiero hacer pero tampoco quiero dejarte.
Karol hizo lo más estúpido que pasó por su mente, "Sigo sintiendo lo mismo", tal vez ella no estaba enamorada y no mostraba ninguna señal de atracción hacia el chico pero él era muy obvio, y decidió tranquilizarlo de esa manera. Nunca había presionado sus labios contra los de otra persona, antes. O sea, tenía nueve años y besó a un chico pero no fue nada. Ahora tenía dieciocho.
Ruggero la había tomado de la cintura, pegándola a su cuerpo y Karol acunó su cara entre sus manos.

Valu entró unos minutos después, y habló con la cumplañera. La rubia que siempre permanecía alegre, que nunca le importaba nada y que vivía el presente se largó a llorar mientras que abrazaba a un peluche de la chica enfrente suyo. Era raro saber que se turnaron para hablarle, todavía no los había perdonado pero, nunca nadie había hecho esto para intentar solucionar algo con ella. Nunca nadie le había tomado la importancia que ellos habían puesto a todo el tema del Feliz Cumpleaños y el perdón.
—Sé que soy una zorra como Candelaria y lo lamento tanto, yo te aprecio porque estuviste ahí para mí. —Dijo y lamió su labio. Se limpió las lágrimas con un pañuelo. —Tal vez, no puedas perdonarme nunca y lo entiendo —respiró entrecortadamente. —Pero, quiero que sepas que no importa si nos dejamos de hablar, siempre te voy a recordar porque de todas las amigas que tuve fuiste la única que me aconsejó y se preocupó por mí... Nunca nadie se había puesto en mi lugar y siempre tuve ayuda solamente de mi familia nunca de una amiga, excepto de ti.
Karol se obligó a no llorar. Quería hacerlo. Pero, no valía las lágrimas, tal vez no lloraría porque ellas no eran amigas pero, si por lo tierna que fue al decir esas palabras. Nadie nunca le dijo cosa tan linda, además de Ruggero.
—Agustín, te manda un saludo, dice que todo fue mentira pero, lo de que eras muy hermosa es cierto y que te tengas fe porque puedes cautivar a cualquiera... —Cerró su celular donde estaba el mensaje y lo volvió a guardar en sus pantalones de mezclilla.
Ella se paró de la cama, de nuevo, y la abrazó. Realmente extrañaba esos abrazos, esa chica había sido su salvación en aquellos meses y eso no podía olvidarlo.
Como algo malo no se olvida, las cosas buenas también permanecen en la gente, tal vez no lo hagan notar porque están dañados, lastimados por dentro que sienten que cada vez que ven pasar a la persona que los lastimó, algo se rompe de nuevo en su interior. Lo malo, siempre se va a recordar en una persona porque es la herida más grande pero lo bueno siempre fue la sonrisa más grande. 

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¿Les gustó? Espero que si. Perdón por la demora❣️😋

inmerse in the dark  | ruggarol «adaptada»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora