Siempre había tenido la corazonada

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Siempre había tenido la corazonada de que debajo del vendaje que recubre a toda momia, habría un corazón latiendo por lo que guardaba un sinfín de preguntas para el día que tuviera la oportunidad de echarme una a la cara. Lo que nunca pude imaginar era que, llegando el momento, fuese ella la que me preguntara a mí.

¿Que qué me pregunto? Digamos que susurró mi nombre entre interrogaciones.

-¿Andrés?-dijo

Antes de que me diera un pasmo, prosedí a reconocerme los pabellones auditivos no fuera todo obra de una mala higiene. Desgraciadamente pese a que en esos momentos hubiera deseado encontrar un ciempies ciajando hacia mis tímpanos tenian los oídos limpios como de costumbre.

-¿Andés?- Volvio a decirme aquella voz. He de reconocer que las momias siempre han ejercido una misteriosa fascinación sobre mí, quizá por que las que había visto en libros ilustrados, en la televisión en el cine conservaban los rasgos faciales, los miembros y a menudo, hasta el cabello de modo que podía reconocerlas, sacarles parecido con las personas que me rodean a incluso conmigo mismo. Pero una cosa es que te atraigan las momias y otra muy distinta que una se dirija a ti a viva voz y encima acierte con tu nombre.

Si algo bueno tiene que te hable una momia es que te hace reflexionar. Pensé que mi vida había llegado a un punto decisivo ( de lo contrario que razones pidía tener una momia para querer hablar con migo) y que aquel escueto ¿Andres? era en realidad el chirrido de los neumaticos que anuncia un viraje un cambio de rumbo. Comprendí entonces que nada de lo que me había sucedido durante las horas previas a que aquella momia me hablara había sido fruto de la casualidad sino del destino en cuyas manos estamos todos. De éste unos dicen que es caprichoso; otros aseguran que es el propio hombre quien lo forja según su voluntad. Yo sin embargo afirmo que eso que llamamos destino es el traje que traemos puesto cuando nacemos. Nadie viene al mundo desnudo nacemos predestinados o más exactamente renacemos. ¿Acaso creéis de verdad que un genio como Mozart aprendio a tocar el piano a la edad de tres años? No seáis chiquillos. Lo hizo en una vida anterior. Así que Mozart no vino desnudo al mundo sino arropado por las dotes adquiridas en otra vida. Si hago hincapie en este punto es precisamente porque la edad física no tiene ninguna relevancia en la vida de una persona no es mas que una abecdota. La edad que importa la edad que cuenta es la del alma. ¿Sabriais estableser la edad de vuestra almas? ¿ No ? Sin embargo, ¿quien no ha sido principe o mendigo mientras soñaba ? ¿ Quien no ha escalado el Everest conquistado un continente o viajado a las estrellas despues de cerrar los ojos por la noche ? Todos soñamos cosas extraordinarias pero no por eso nos atrevemos a calificar de falsos nuestros sueños . ¿No sera quiza porque los sueños son las voces de nuestras almas los ecos de nuestras vidas pasadas?

La que vais a leer a continuacion es por tanto la historia de mi predestinacion la historia e un chico corriente que un dia al visitar el Museo Arqueologico Nacional descubrio que su alma era casi tan vieja como ka momia que le susurro al oido...

La momia que me amóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora