Le pedí que me llevara temprano a la Islita. Necesitaba mostrarle todo de cerca. Era probable que viéndolo, teniéndolo ahí, frente a sus ojos, me fuera a entender mejor. O quizá era yo la que necesitaba entender.
Caminamos entre los pastizales y me detuve de golpe. Lo tomé de la mano.
-Es acá -le dije.
-¿Es él?
-Sí.
Era todo tan precario que me llenaba de dolor.
Felipe me apretó la mano con fuerza. Su gesto me aflojó de tal modo que no pude esconder mi llanto. Me desplomé frente a la crucecita y le pedí perdón. Felipe sólo me tomó de la espalda para contenerme, mientras yo, descargaba mi dolor y mi furia sobre una tumba que me acompañó durante años. Y que nadie sabía. Hasta hoy.
AVISO: MENSAJES DESACTIVADOS
ESTÁS LEYENDO
Amar después de amar
RomanceEl blog de Laura. Su punto de vista de la historia Un amor prohibido abrirá paso a un apasionante relato que el destino se encargará de resolver. En el presente, hay una muerte (o más), hay un paro cerebral, hay muchas preguntas y pocas respuestas...