Estábamos sobre la cama, sentados. En nuestra casita del Sauce. Felipe no podía mirarme a los ojos y a mí ni siquiera me salían las lágrimas. Estaba tan agobiada frente a cada una de las palabras de Felipe que el alma se me iba secando de a poco.
-Ya no puedo más así.-me dijo.
-No entiendo qué te pasa, Felipe, ¿por qué?
-¿Qué es lo que no entendés, Eugenia?
-Por qué me dejás.
-Porque esta situación ya es insostenible.
-¿Ahora te das cuenta?
-Sí, ahora.
Felipe se levantó de la cama y sacó unas llaves de su bolsillo. Eran de nuestra casa. Las miró un rato largo y luego me miró a mí.
-Estás esperando un hijo y ni siquiera es mío.-dijo con recelo.
Tiró las llaves sobre la cama y salió por aquella puerta que derribábamos cada vez que entrábamos besándonos. Cada vez que ansiábamos esos momentos. Cada vez que sentíamos que el tiempo y el espacio no existían y podíamos ser únicos. Sólo él y yo. Pero Felipe se fue. Sin agregar ni una palabra más. Se fue. Yo estallé en un llanto.
-Es una hija.- dije con la intención de que me escuchara.
Algo que no sucedió. Y yo caí derrumbada sobre la cama.
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Amar después de amar
Storie d'amoreEl blog de Laura. Su punto de vista de la historia Un amor prohibido abrirá paso a un apasionante relato que el destino se encargará de resolver. En el presente, hay una muerte (o más), hay un paro cerebral, hay muchas preguntas y pocas respuestas...