Abrí los ojos sintiendo la peor maldita jaqueca del mundo. Cada extremidad de mi cuerpo dolía, quemaba, ardía. Sumándolo cual horrible tormento, no tenía idea de dónde demonios estaba. Miré alrededor, atemorizada de encontrarme con la psicópata de Kate Argent, aunque no encontré a nadie. Me hallaba en una habitación totalmente desconocida. Intenté incorporarme, pero un ahogado gemido ocasionó todo lo contrario. Me llevé las manos al abdomen, realmente adolorida.
— Mierda, esto en serio duele. —murmuré, despojándome de las sábanas. Llevaba puesto un camisón gris sobre el cuerpo y un azabache pantalón por encima de las rodillas. Era ropa masculina.
Tomé aire y con un dolor inmenso me levanté de la cama. Caminé despacio, abrí la puerta de la habitación y salí cuidadosamente, miré a los lados, ignorando esa jaqueca, hasta que gemí por una punzada.
— ¿Nyx? —oí mi nombre ser mencionado.
— ¿Quién es? —llamé, asustada.
El sujeto se dejó ver.
— Soy Jordan Parrish, oficial de policía. —exclamó, mirándome con preocupación evidente. No estaba usando uniforme. De haber estado consciente del asunto, me habría parecido incluso irónico—. Nos conocimos en el salón de bolos.
Parrish, aquel hombre sobrenatural.
— ¿Dónde estoy y qué hago aquí? —dije sin rodeos.
— Estás en mi casa, te encontré en el bosque con una espada en tu abdomen. Te traspasó.... es un milagro que estés viva. No entiendo por qué merodeabas el bosque a tales horas. Pero ¿quién te hizo esto?
— No lo sé. —murmuré—. Parrish, ¿puedo pedirte un favor?
— Claro, lo que quieras. —asintió algunas veces.
— Llama a Chris Argent, y dile que ella volvió. —dije, todavía sujetándome el adolorido abdomen—. Él sabrá de lo que hablo.
— Lo haré, ahora descansa. Scott viene en camino.
Miré mi abdomen, pronto un gemido abandonó mis labios. La herida naturalmente estaría abierta aún. Levanté el camisón con cuidado, preparándome para ver una nueva cicatriz. Me había traspasado. Una raja enorme yacía en el centro de mi estómago, escarlata y brillante. Llevé mis temblorosas manos a la cabeza; el mundo daba vuelvas.
— ¿Nyx? —la lejana voz de Jordan resonó en mis oídos.
Busqué un punto de enfoque desesperadamente, pero todo seguía dando vueltas. Entonces, sin ninguna explicación coherente, oía una voz inolvidable: mi princesita tiene problemas, ¿eh?
Es la voz de mi madre. Ella estaba dentro de mi cabeza.
— ¡Basta! —clamé a mi subconsciente.
— ¡Nyx, reacciona! —Parrish me sujetó las manos.
¿Qué... demonios... me pasa?
Mi respiración comienza a agitarse, más de lo normal. Desesperada, llevé mis temblorosas manos hacia mi cuello intentando respirar, sin éxito. Alguien pretendía asfixiarme; nadie lo hacía. Mis piernas dejaron de sostenerme, dejándome caer al suelo, gimiendo de dolor.
No puedo respirar...
Grité con todas mis fuerzas para tratar de respirar, pero fue peor. La atemorizante voz volvió a escucharse en mi cabeza: muy bien, querida, ven hacia mí. Perdí el conocimiento en cuestión de segundos.
Parpadeé un par de veces para lograr acostumbrarme a la inmensa luz que provenía del techo. Los hospitales no deberían anunciarse tan abruptamente. Miré a mi alrededor con cierta curiosidad, con evidente desconcierto, y mis ojos se detuvieron en un sillón donde reconocí a Chris completamente dormido. Hice demasiado daño.
Mi mano diestra estaba conectada a diversas vías, suministrando desconocidos líquidos que, a su vez, iban hacia una máquina. Había un respirador situado sobre mi boca y nariz. Lo arranqué sin ninguna consideración. Un horrible dolor tomó posesión de mi abdomen como inmediata consecuencia; teniendo apenas fuerza, me incorporé de la incómoda camilla, mordiendo mis labios. En seguida, noté a Chris despertándose, sintiendo algo extraño a su alrededor.
— ¿Nyx? —sin dudarlo ni por un instante, se incorporó hasta acercarse a mí rápidamente. Sentí su dulce tacto acariciando mi pálida mejilla; un paternal y sincero gesto—. ¿Cómo te sientes?
— Me mata la herida y me arde la cabeza. Considero que un maldito camión me pasó por encima. Pero lo importante es que estoy viva.
— Ven. —con una mano posicionó el respaldar de la cama, y pronto me apoyé en él suavemente. Chris dedicó suaves caricias a mis manos, temiendo hacerme daño—. Jordan me dio el mensaje. Estaba tan asustado, pero ¿quién te hizo esto?
— Fue Kate. —contesté sin tapujos; el nombre siendo total veneno escapando de mis labios—. Hubo un ataque en el baile y se me ocurrió ir al bosque. No la escuché venir. Maldita sea, fui demasiado insensata. Cuando me di cuenta, ya tenía una espada clavada en mi abdomen. También estuvo en mi cabeza, intentó matarme.
La puerta de la habitación se abrió sutilmente, y Scott McCall, acompañado por una mujer desconocida, se detuvo junto a la cama. Expresiones entristecidas adornaban sus semblantes. La mujer esbozó una amable sonrisa, aproximándose con mucho cuidado.
— Hola cariño, me llamo Melissa. Soy la madre de Scott. —se presentó, naturalmente amable, hasta acariciar mi mejilla.
— ¿Qué es lo que tiene, Melissa? —preguntó Chris.
— Te hicimos unos exámenes, al parecer cuando recibiste el golpe la espada tenía algún tipo de sustancia viscosa. No sabría decir qué.
— Veneno. —interrumpió Scott sin dejar de mirarme.
— Sí, ese veneno corre por tus venas. Te he hecho millones de cosas para intentar extraerlo, pero se adhiere a tu sangre. Es imposible removerlo. Absolutamente nadie sabe qué podría ser.
— Si Kate me insertó veneno es porque ya lo tenía todo planeado.
— ¿Kate? Su nombre me suena conocido. —habló Melissa, frunciendo suavemente el ceño.
— Lamentablemente es mi hermana y madre de Nyx. —suspiró Argent.
— ¿Por qué Kate te haría esto? Es decir, eres su hija.
— Nunca ha sido demasiado amorosa, de cualquier manera. Tal vez tiene que ver con los Jinetes Fantasma, ¿y si tengo algo especial? —miré mis manos con pesadez—. Los Jinetes no me llevaron por algo, debo saber el por qué. Tal vez, Kate está intentando protegerme.
— O matarte, que es lo más probable. —interrumpió Melissa.
— Entonces, tenemos dos teorías, y necesito averiguar cuál es la verdadera. Posiblemente quiera matarme, en realidad.
— Mi manada la está buscando, si sigue en Beacon Hills prometo que la encontraremos. —Scott me miró, todavía guardando especial distancia.
Luego, oí una voz: jamás me encontrarán.
— Está en mi cabeza, está en mi cabeza. —avisé, mientras llevaba las temblorosas manos directo hacia mis oídos. Intenté no oírla.
— ¿Quién? Nyx, relájate. —pidió Melissa.
Mi pulso se aceleró de tal manera que resultó preocupante. Melissa inmediatamente actuó, suministrándome un sedante. Chris no dejó de sujetarme, como si temiera alguna controversia. Ellos hablaban, pero yo solo podía escuchar la voz de Kate en mi cabeza, gritándome que jamás la encontraría. Aun así, en medio de mi locura, y últimos momentos consciente, noté a Scott murmurar.
— La encontraré.
ESTÁS LEYENDO
𝗟𝗶𝗻𝗮𝗷𝗲 𝗔𝗿𝗴𝗲𝗻𝘁
Fanfic«𝗧𝗲𝗻𝗴𝗼 𝗺𝘂𝗰𝗵𝗼𝘀 𝗻𝗼𝗺𝗯𝗿𝗲𝘀: 𝗶𝗻𝗳𝗲𝗿𝗻𝗼, 𝗵𝗶𝗷𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗱𝗶𝗮𝗯𝗹𝗼, 𝗹𝗮 𝗰𝗮𝘇𝗮𝗱𝗼𝗿𝗮, 𝗲𝗹 𝗱𝗲𝗺𝗼𝗻𝗶𝗼 𝘆 𝗺𝘂𝗰𝗵í𝘀𝗶𝗺𝗼𝘀 𝗺á𝘀. 𝗣𝗲𝗿𝗼 𝘁ú, 𝗦𝗰𝗼𝘁𝘁 𝗠𝗰𝗖𝗮𝗹𝗹, 𝗽𝘂𝗲𝗱𝗲𝘀 𝗹𝗹𝗮𝗺𝗮𝗿𝗺𝗲 𝗡𝘆𝘅 𝗔𝗿𝗴𝗲𝗻𝘁»...