El amor también duele y te hace enojar

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Odiaba el verano, días demasiado calurosos que dejaban sin energía a las personas incluyéndolo a él, no podía hacer ni la mitad de las cosas prácticamente cotidianas en su día a día; ya saben cómo cazar escarabajos, subir a los árboles, hacer carreras con sus amigos, molestar a Dadan... lo de siempre. Aunque el verano traía cosas buenas como ir a la piscina, comer montones y montones de helado, ¡Y las barbacoas! Las que armaban su padre y el señor Roger, había mucha carne para comer. Si lo pensaba bien el verano no era la peor cosa del mundo, pero el calor si lo era.

Otra cosa que odiaba era ir a la escuela, tenía que estar toda la mañana sentado en un pupitre mientras hacía tareas ¿Sabían la cantidad de cosas que se perdía de estar haciendo por tener que estar allí metido? Aunque su maestra era linda y amable, la señorita Makino era una persona que les prestaba atención a todos los niños de la clase, y mucho más a él puesto que su nivel de concentración era prácticamente nulo. Le agradaba su maestra, hacía que las tareas fueran más divertidas.

Pero la escuela no solo tenía tareas, allí conoció a sus amigos. Zoro fue su primer amigo, lo primero que noto fue su extraño color de cabello, era verde como el pasto, tan extraño que no dudo en hablarle al instante recibiendo un golpe en la cara y un: "Me molestas.", y esa misma tarde ambos tendrían que quedarse después de clase para reflexionar sus acciones. Su amistad era rara, el jovencito espadachín solía enrabiarse por todo, pero terminó por llevarse bien con Luffy.

También estaban Ussop, Nami, Chopper y Vivi. Todos sus amigos lograban que la escuela fuera divertida, menos lo días de calor. Sin embargo, si tenía que recordar algo que de verdad odiara de la escuela es que esta tenía niñas, y no es como si le molestaran pues Nami y Vivi también lo eran y le gustaba estar con ellas, pero había una en específico, una niña que le hacía molestar y no la soportaba. Y esa niña no era otra que Boa Hancock.

Malcriada, egoísta, mimada y arrogante. Era la peor persona que jamás había conocido, aun no se explicaba cómo podía existir alguien así. Al principio no le molestaba, siempre estaba extrañamente cerca de ellos diciendo una y otra vez que lo hacía solo por compasión de ver a niños tan inútiles, podía soportar eso y en cierta forma le parecía gracioso. El problema había comenzado hace no más de dos semanas.

Uno de los tantos días en que jugaba y corría junto a sus amigos a ser piratas la jovencita de largo cabello negro y un grado mayor que ellos se había acercado hasta donde armaban su fuerte solo para mirarlo entre molesta y un tanto apenada. En cuanto le ofreció a unírseles en su juego la niña se negó confesándole que debía decirle algo súper importante.

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– ¿Te pasa algo, Hanboc? – El moreno la observaba extrañado, ella no solía comportarse de esa manera, ni siquiera había tratado de insultar a Zoro o despreciar a Nami y Vivi.

– Hancock... – Aclaró la niña. Su mirada estaba clavada en el suelo mientras sus manos se removían ansiosamente. Estaba avergonzada y no encontraba como mirar a la cara al jovencito delante de ella. Escucho susurros a su espalda, allí estaban sus amigas animándola a continuar y murmurándole que todo saldría bien. Cogió fuerzas y tomando una gran bocanada de aire soltó. – ¡Me gustas mucho, Luffy!

Su cara se encendió por completo, ya no podría mirar a la cara de nuevo al niño. Por su parte a Luffy esa confesión no le gustó para nada, su ceño estaba fruncido y su boca hacía una extraña mueca en desaprobación. Sabía, por palabras de Nami, que "Gustar" era lo mismo que "estar enamorado", aún recordaba la conversación que tuvo con Ace hace unas semanas atrás.

Lo había dicho y lo repetía, él jamás se enamoraría de alguien, tal vez si de la carne –aunque a esta él quería comérsela, no besarla ¿Era básicamente lo mismo, no?– ¡Pero nunca se enamoraría de una persona!

Inocente amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora