El fin de semana llegó y los alumnos de todas las escuelas -y también de universidades- celebraban el inicio de un merecido descanso. Algunos ya estaban planeando lo que harían esa noche y los dos días siguientes que tendrían libres, otros solo pensaban en lo mucho que podrían dormir luego de pasar toda la noche en vela jugando a sus video juegos favoritos, algunos incluso ya tenían sus cosas preparadas para un buen fin de semana en la playa, en fin, planes por aquí y por allá.
Entre todos esos estaba un joven moreno con pecas en la cara, su plan para el sábado estaba decidido desde hace casi una semana. Le había prometido a Luffy que lo llevaría al parque de atracciones y pensaba cumplirlo, además tenía pensado otro lugar por el que pasarían antes de ir al primero, seguramente tendrían todo el día ocupado desde la mañana hasta la tarde.
Ese mismo día sus amigos le ofrecieron ir a una fiesta con ellos, "es la rumba" fue la expresión utilizada por marco para convencerlo, sin embargo, se negó. Aún tenía unas cosas que confirmar para el sábado y aunque podía atenderlas rápido para asistir a la fiesta, terminaría desvelándose hasta las ¿Cuatro o cinco de la madrugada? Claramente no era la idea. Aquello terminó con un reproche por parte de sus compañeros manifestando que ya nunca tenía tiempo para ellos, y es que, durante la semana solo se veían las caras en el liceo porque las tardes las ocupaba en cuidar a su vecino, aquello lo entendían, pero incluso más de un fin de semana terminó abandonándolos por estar con el mismo niño que veía todos los días. No quería que lo mal entendieran, le gustaba pasar tiempo con sus amigos, ¡Divertirse con ellos era genial!, también disfrutaba de las fiestas, bonchones, rumbas y demás cosas, pero, si le daban a escoger entre estar metido en una pachanga hasta las tres de la madrugada o pasar un día con Luffy, su decisión era obvia. Marco y Thatch desaprobaron su idea, pero no le importó, para él así estaba bien.
Abandonó el bus con rapidez llegando a su casa como un rayo, sabía que no encontraría a sus padres pues estos aún estaban en el trabajo por lo que fue directo a su habitación sin revisar nada más. Aún era bastante temprano, las once y algo más de la mañana, cosa que le agradecía con el alma a su profesora de historia –la única que le agradaba aunque en ocasiones llegaba a dar miedo– quien les dejo ir casi dos horas antes de la salida oficial. Ahora tendría tiempo de revisar el itinerario del siguiente día sin preocuparse porque el menor se enterara de todo.
Lanzó la mochila a cualquier lugar de su habitación, se dejó caer sobre el colchón y metió las manos debajo de su cama para sacar su laptop de allí. La encendió y clicó en varios enlaces que había dejado guardados en la configuración del buscador con anterioridad. Estuvo en eso una media hora o un poco más, verificando horas y confirmando solicitudes hechas el día de ayer.
Fue hasta que escucho el motor del carro de los señores Monkey que apagó su ordenador. Estiró su cuerpo y dispuso bajar las escaleras en medias –no se dio cuenta en qué momento se había sacado los zapatos–, abrió la puerta de su casa y saludo al niño que llegaba de su día en la escuela. Luffy al verlo sonrió con entusiasmo corriendo en su dirección para abalanzarse sobre su cuerpo y estrujarlo hundiendo la cara en su abdomen.
– ¡ACE! Shishishi. – Exclamó alegre recibiendo una caricia en sus cabellos.
– Hola Luffy, ¿Qué tal te fue en la escuela?
– ¡Genial! – Se soltó para mirar con emoción al mayor. – Vivi llevó hoy a un ave que tiene de mascota, ¡Es enorme! Y Zoro olvidó su desayuno, Nami le hizo un pres... ¿Prestagio? Preterio... precumo... – Hizo una mueca con la boca y rascó su cabeza tratando de recordar la palabra utilizada por su amiga.
– ¿Préstamo? – Ayudó al menor enarcando una ceja.
– ¡Préstamo! – Repitió. – Pero debía devolvérselo con intereses, así que ahora tiene una deuda con ella, aunque yo no sé qué es eso. – Terminó riendo tras contar aquello.
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Inocente amor
FanfictionEl amor es, a perspectiva de muchos, algo dulce y mágico, son esas maripositas que te atacan el estómago y te hacen reír como un completo idiota. Pero el amor algunas veces también es dolor y lágrimas. A los ojos de un niño puede ser asqueroso e inc...