Capítulo 3: Noche de Espectáculos y Confesiones Frustradas.

28 3 2
                                    


Dos meses después de lo sucedido con su hermano, Robert aún seguía en el pueblo. La misma noche de la pelea, pudo conseguir un cuartucho en una pensión a las afueras de Clermont, a tan sólo diez dólares por noche. "Los de Clermont se conforman con tan poco. Yo lo hubiese cobrado cuarenta dólares al menos..." se decía aquel día mientras le entregaba el dinero a la recepcionista.

La habitación era pequeña, pero acogedora. Tenía un baño pequeño, al igual que la cocina, pero cómodos. Se le formó una sonrisa al notar que la cama era de dos plazas. Dejó su valija a un lado, y se recostó en la cama dispuesto a dormir, luego de una reconfortante ducha.

Al día siguiente decidió que se quedaría unas semanas en el pueblo. No tenía donde ir. Nadie querría verlo nuevamente en Nueva York ni en Minnesota, luego de lo que pasó. Luego de esos graves errores...

Estaba dispuesto a volver a Nueva York algún día, por supuesto. Volvería con un gran proyecto o talento en mente, y le cerraría la boca a el director general, que le había dicho que ni asomara la cabeza por los Estudios Eilat sin ningún trabajo o proyecto prometedor. Y así lo haría. Estuvo las últimas semanas del mes de octubre pensando en el modo de volver a los escenarios, pero nada se le presentaba. Lo único que hacía era comer la cena y el almuerzo. No hablaba con nadie, después de darse cuenta que tenía muy mala fama en su pueblo. Con la única que hablaba era con Clementina, que lo visitaba cada vez que podía. Robert se dio cuenta que la mujer realmente lo apreciaba, y él comenzaba a agarrarle cariño. Ella iba casi todas las tardes a visitarle, y le llevaba una o dos porciones de su tarta de limón. A veces variaba y le llevaba otras tartas: frutilla, manzana, cereza...la cuestión, que Doña Clementina se había hecho su amiga.

La tarde de un sábado de octubre, luego de haber acompañado a Clementina hasta su casa, Robert decidió dar unas vueltas por el pueblo, llegó hasta la Escuela Secundaria, donde había montones de autos y un gran escenario al aire libre. Le agarró una repentina curiosidad y se acercó a la puerta del edificio, donde había dos mujeres vendiendo entradas. Estás no paraban de vender y vender. Se notaba que era un espectáculo bastante esperado, o muy bueno.

-Disculpe, señora...-le habló a la mujer que atendía la caja- ¿qué se está por presenciar acá? -se descubrió así mismo siendo demasiado formal con alguien a quién no conocía. La mujer lo miró, nunca lo había visto por el pueblo.

-Se está por presenciar la esperada obra de los alumnos del colegio, "Las mujeres del andén" -respondió, mientras señalaba el enorme cartel que había un poco más adelante, que decía el título de la obra y sus protagonistas.

- ¿Quiere una entrada? -la mujer rubia le preguntó. Robert dudó. ¿No estaría mal ver un poco de entretenimiento, cierto? Hace mucho que no veía ninguna obra...- ¡Le va a encantar, le aseguro! -insistió la mujer y él terminó convenciéndose. Aceptó la entrada.

Había un montón de gente en el lugar, ansiosos por presenciar el espectáculo. Le costó conseguir un asiento libre, pareciese que todos estaban desesperados por conseguir un lugar en las primeras filas. Él, tranquilo, se ubicó en la séptima fila. Diez minutos después el telón se abría, dejando ver a todos los protagonistas, entre ellos, Elizabeth y Mason.

-¿Cómo es esto, Carmela, no quieres volver conmigo? -le preguntaba Mason en su papel protagónico a el personaje de Cindy. Se encontraban en pleno escenario, en plena obra.

-No, por supuesto que no. -contestó "Carmela", o sea, Cindy. El espectáculo era realmente muy bueno, la profesionalidad de todos era magnífica...la obra sería tremendo éxito en el pueblo.

Luego de un par de diálogos más entre el personaje de Mason y el personaje de Cindy, llegó el momento del beso. Harold agarró a Carmela entre sus brazos y la besó repentinamente. Era un beso actuado, obviamente. Mason estaba siendo un verdadero profesional.

Eliza, que se encontraba a un costado del escenario, ya lista para volver a ingresar al escenario luego del intermedio, apretó los puños sin saber por qué al presenciar el beso entre sus compañeros de escena. Algo parecido a los celos sentía. Pero esa idea se le esfumaron de la mente diciéndose que no tenía derecho a sentir celos de esa manera. Con Mase eran sólo amigos. Amigos y nada más. Sólo amigos que se querían como hermanos, volvió a pensar queriendo convencerse de esa idea, que no tenía nada que ver con lo que ambos sentían.

El beso terminó y Elizabeth entró en escena, algo atareada por lo que sintió hace unos momentos, y a partir de esa entrada, la historia se concentró solamente en la castaña de ojos oscuros.

Y a una persona de la séptima fila, se le cruzó una idea por la cabeza que seguramente lo devolvería a la familia del espectáculo, se dijo.

++++

Se cerró el telón. La obra había terminado. Todos festejaron y se felicitaron entre sí. Pero la que más recibió elogios por parte de todos fue Lizzy. Realmente estuvo fantástica, como muy bien la describieron sus compañeros.

Al salir afuera, se encontró con sus familiares y amigos que la llenaron de elogios nuevamente.

-Fuiste lo mejor de la noche. -la felicitó por segunda vez Alex mientras la abrazaba.

-Lizzy, ¿podemos hablar? -le preguntó Mase, mientras se acercaba al montón de gente que la rodeaba para felicitarla. Ella lo miró y se alejó del resto para prestarle atención.

-Sí, claro Mase, ¿Qué pasa? -le preguntó sonriendo.

-Antes que nada, realmente quiero felicitarte ¡estuviste fantástica en el escenario! Estuviste realmente muy hermosa...-la elogió con un brillo en los ojos. Elizabeth se sonrojó por las palabras.

-Gracias, Mase...-agradeció con una timidez poco común en ella- vos también estuviste fantástico...al final, resultaste ser un muy buen actor. -bromeó.

-Sobre eso...te quiero pedir disculpas por no contarte que estudiaba actuación con la señora Deemon. Realmente no quería que lo supieras. -confesó.

-¿Por? -tuvo la oportunidad para preguntarle.

-Sentía vergüenza...vos siempre me conociste como el chico masculino que era -la castaña soltó una carcajada. Mason sonrió. –Vos tenías ese ideal de mí que era del futbolista estrella, del fiestero del grupo...y no quería cambiar tus perspectivas sobre mí. -relató.

-¡Tonto! -rio nuevamente- saber eso sólo mejoraría mis perspectivas respecto a vos...sos mi mejor amigo, Mase. No podría estar enojada contigo. –"amigo", esa palabra les dolió a los dos en el fondo. - ¿De eso querías hablarme?

-No, pasa que...-estaba seguro, se lo diría. Le diría que la quería. Pero no con la intención de amigos. Lo que sentía por ella ya no era un cariño amistoso. Era algo muy fuerte. Algo que ni el mismo podía controlar. Él amaba. Y mucho. Se lo iba a confesar. Ahora mismo. Era el lugar perfecto. -...pasa que...yo...te quería...-se enredaba en sus mismas palabras a causa de los nervios.

-¿Elizabeth Boston? -los interrumpió una voz. Eliza se giró se encontró con un hombre de estatura mediana, que sostenía una sonrisa más grande que la del gato de Alicia en el País de las Maravillas. Esa sonrisa a Mason le dio escalofríos.

-Sí. -respondió la chica. - ¿Usted es?

-Robert Mitchell, soy mánager profesional de estrellas del espectáculo y vengo a hacerle una propuesta. -se presentó formalmente.

Mason y Elizabeth cruzaron miradas. ¿Qué era todo esto?

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Apr 08, 2017 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Los Sueños de Elizabeth.Where stories live. Discover now