- Extra -

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—Mhh... —gruñó Izaya como la consciencia volvía a él, y movió ligeramente su pierna, la cual estaba cómodamente situada en un objeto elevado. Se preguntó por un rato sobre que objeto era ese, pero entonces, él estaba demasiado adormilado para pensar en nada o abrir sus ojos.

Se acurrucó en la cosa frente a él, pero sintió un pequeño bulto, dos, tres... ¿botones? Y otro bulto que era más grande que los otros, pero suave como la tela... ¿un listón?

¿Que era esa cosa frente a él?

Por curiosidad abrió los ojos, y para su sorpresa, la primera cosa que vio fue un pacíficamente dormido Shizu-chan, con un brazo alrededor de su menudo cuerpo y el otro debajo de su cabello rubio, sirviendo como alguna clase de almohada para sí mismo.

Quiso escabullirse, pero encontró que estaba un poco frío, y el protozoario parecía darle alguna clase de... confortable calidez, por lo que se acurrucó un poco más cerca.

De repente Izaya se tensó cuando juró que sintió a Shizuo moverse un poco, lentamente alzó la vista, y...

... Sus miradas se encontraron: una llena de sorpresa y la otra, todavía con sorpresa, luego con ardiente ira.

Un empujón. Golpe sordo. Chillidos.

—¡¡IIIZAAAYAAA!!

Frotándose la cabeza, Izaya se estremeció al tono. Él estaba acostumbrado a eso, sí, pero no estaba acostumbrado a que eso sea lo primero que escuche en la mañana.

—¡¿Qué mierda hiciste?! —Shizuo se levantó del sofá y se abalanzó hacia el informante de negros cabellos. —¡¿Por qué estoy en tu maldito apartamento?!

—¿Quién crees que allanó en mi casa anoche? —replicó Izaya.

—¿Y quién me dejó entrar?, ¿un fantasma? —devolvió Shizuo. —¡Pensé que me odiabas!

Izaya se congeló a esa declaración.

Cierto. Lo odio, así que ¿por qué le dejé entrar a mi apartamento?

Al diablo con esto, la mente de Izaya no podía trabajar muy bien en la mañana. Era algo así como la resaca... pero sin migraña.

—Sí, te odio —sonrió Izaya —pero tengo corazón, ¿y tú?

—Me molestas hasta lo más profundo del infierno, jodida pulga —siseó.

—Entonces, ¿por qué no me estás golpeando?

Fue el turno de Shizuo para quedar en silencio. —Acabo de levantarme, ¿qué esperas que haga?, ¿ejercicios matutinos?

—Bueno, si quisieras, ¿entonces por qué no? —Izaya se cruzó de brazos. —Pruébame, Heiwajima.

—Izaya-san, buenos d- —una voz femenina empezó, pero luego se apagó. Izaya se giró hacia la puerta, el origen de la voz, donde vio a Namie observándolos a los dos —¿Debería... irme?

—No, está bien —Izaya agitó una mano arriba y abajo —Adelante.

Shizuo entonces agarró a Izaya por el cuello de su camisa. —¿Por qué estábamos ambos durmiendo en el sofá?

Izaya lo pensó por un momento, luego sonrió —¿No lo recuerdas~? —ajustó su voz para hacer que sonara coqueta.

Las mejillas de Shizuo se enrojecieron y, desde su vista periférica, Namie dejó de moverse también. —¡Jodete!

—Oh~ acabas de hacerlo anoche-

—¡MALDITA SEA IZAYA! —el rubio arrojó al otro a través de la sala, y el informante recobró su balance para aterrizar sobre sus dos pies, viendo como Shizuo se precipitaba saliendo por la puerta del apartamento.

—Eso fue divertido —murmuró con una mueca sonriente.

—¿Ustedes dos... —la secretaria de Izaya tan sólo se quedó ahí con documentos en mano.

—Nunca lo sabrás —Izaya soltó una terrible, maniaca, divertida carcajada mientras entraba a su cuarto, ocultando sus verdaderos sentimientos de todos a su alrededor, menos él mismo.

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FIN

Insomnia (shizaya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora