-¿La Frontera?
-Sí, y te quedarás retenida en los calabozos hasta que la capitana decida que hacer contigo, aunque, siendo sincero, me encanta la opción de abandonarte en medio de este bosque. Sería interesante ver cuánto duras.
-Dan no la asustes antes de tiempo. Encantado, mi nombre es Josh- se presentó el otro chico con una sonrisa en el rostro.
Josh fue guiando a Lacie como si de un paseo turístico se tratara hacia los calabozos. Lacie empezaba a creer que no había sido tan buena idea haber ido sin oponer resistencia. Observó la prisión. No había ventanas al exterior por lo que solo se podía ver aquello iluminado por el candelabro de la pared.
La habitación estaba completamente vacía a excepción de una cama en el lado derecho de la habitación. El suelo y las paredes eran de la misma oscura roca y allí la temperatura era notablemente baja. No sabía cuánto tiempo estaría allí pero esperaba que fuera poco porque con la fina ropa que llevaba no creía aguantar demasiado.
Mientras, Josh subía las escaleras dirección al despacho de la capitana. Sabía que seguramente se habría acabado de despertar y que no le gustaría que alguien la interrumpiera. Iba haciéndose a la idea del castigo que le tocaría, seguramente no sería muy malo pero la capitana tenía la manía de hacerse respetar de una manera peculiar, solía castigar a las personas con guardias extras solo por molestarla. Aun así debía hacerlo, nunca había visto a ninguno de los suyos salir con vida del laboratorio y esa chica ni siquiera perecía comprender lo que ocurría a su alrededor.
Llamó a la puerta esperando permiso para entrar, una vez se lo concedieron pasó con la cabeza gacha. Cuando cogió el suficiente valor levantó la cabeza y se encontró con su capitana, una chica de unos diecisiete años, su cabello, al igual que sus ojos eran marrones, llevaba puesta la ropa que distinguía su cargo como capitana. Aun se encontraba desayunando. En la mesa se encontraba su desayuno casi intacto. Un par de tontadas y un Cola-Cao a medio tomar. Desayunaba en la mesa que se encontraba en el centro del despacho, realmente esa mesa se usaba para poner los mapas que hacía Dan sobre los territorios enemigos, sin embargo, cuando no había ninguna batalla en curso ella la usaba para poder comer sin necesidad de salir del despacho, ¿Quién le iba a discutir?
La capitana levantó la mirada de su desayuno para posarla en el chico. Josh sabía que debía comenzar la conversación y acabarla antes de que se impacientara.
Cogió aire y comenzó a hablar- Señora capitana, hemos encontrado a una chica en los límites del bosque, no sabemos de qué bando es, la mantendremos en los calabozos hasta que descubramos si es una amenaza- La velocidad a la que lo dijo hacía muy posible que ella no lo entendiera pero le bastó captar lo básico como para comprender lo preocupado que se encontraba.
Mientras bajaba las escaleras mandó a Josh a hacer guardia durante los dos próximos días. En parte lo hacía por la interrupción de su desayuno pero por otra parte quería hablar a solas con la chica misteriosa.
Cuando llegó a los calabozos esperaba encontrar a una gran guerrera o, al menos a alguien imponente cuyo aspecto demostrara loa supervivencia a los experimentos que seguramente había tenido que soportar en el laboratorio. Pero en vez de eso se encontró a una chica de unos dieciséis años sentada en el suelo en posición fetal tiritando por el frío. Lo único que daba miedo de aquella niña es que solo se le veía bien un ojo por culpa de su flequillo y este era tan negro como el carbón. Se atisbaba a ver el otro ojo pero este era azul. Su piel pálida, la tonalidad de sus ojos y su rostro sin ninguna expresión podía llegar a dar miedo pero en el mismo instante en el que la chica se percató de su presencia sus ojos volvieron a la vida inundándose de terror.
Victoria se encontró con el problema de no saber cómo empezar el interrogatorio hasta que se le ocurrió una idea. Alzó los brazos y habló:
-Pégame.- era una orden bastante concisa pero aun así Lacie no se movió. Nunca antes había pegado a nadie y no se creía capaz de hacerlo en esa situación.
Victoria e iba impacientando y cundo Lacie se dio cuenta asestó un golpe demasiado flojo por lo que Victoria lo esquivó con demasiada facilidad. Victoria era incapaz de creer que la llegada de esa chica fuera la razón por la que la habían interrumpido.
Salió de la sala sin una sola palabra, se escuchó como daba una orden a uno de los soldados que vigilaban en el pasillo, este entró y le dio la orden a Lacie para que le siguiera a la que iba a ser su habitación.
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Sueños compartidos
FantasiLacie es una chica solitaria sin muchos amigos, pero eso cambiará cuando encuentre a más gente como ella y descubra la razón de sus diferencias. Junto a la resistencia intentará encontrar el fin de sus pesadillas pero...¿será tan fácil acabar con la...