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Domingo 9 abril 2017

Por fin habíamos aterrizado. El vuelo fue agotador, pero solo faltaba abordar un avión de tres horas, y estaría en el paraíso.

×Ansel, tienes un cargador o una pila, mi celular esta muriendo.

^Lo siento, hermano, lo estoy ocupando. Pero mira, ahí hay una tienda, y aceptan dólares, ve por una.

Deje mi maleta a lado de mi acompañante, y me encamine al unico steren abierto a esa hora.

Busque una pila. Las pilas estaban al final de la tienda. Camine lento hacia allí. Sin darme tiempo de reacción, una pequeña chica se chocó conmigo.

Se volteó bruscamente y pude notar como su cabello rizado de chocolate, era mas real que el de cualquier chica.

Sus ojos. Eran enormes. Cafés. Pero tan claros, que parecía una chica francesa.

~¿Perdona, lo siento. No me fije... Te he hecho daño? No me di cuenta de ti.

Sonrió un poco apenada y me vio directo a los ojos. Fue como si hubiera metido la mano mojada en una toma de corriente. Tan fuerte y electrizante, que me asustó.

Y su acento. Era el español más hermoso que había escuchado.

×No, fue mi culpa. Debí anunciarme.

~De nuevo, lo siento.

Me dió otra sonrisa y se fue a la caja. Volté a mirarla y me encontré de nuevo con su mirada. Ambos reímos y nos giramos apenados.

Justo cuando estaba por irse, regresó junto a mi con su celular en la mano.

Me tomó de la mano, me pego a ella para poder quedar a la misma altura, porque claramente, yo era mucho mas alto que ella. Dirigió el celular a nosotros.

~¡Sonríe! Chico de ojos azules, eres mi primer recuerdo de vacaciones.

Sonreí extenso, la tome por la cintura y tomo una foto. Para la siguiente foto; besé sonoramente su mejilla.

Ella río, se sonrojo y se alejó corriendo de allí.

Me quede con una estúpida sonrisa tonta, que una chica de muy baja estatura  me había dejado.

Que manera de comenzar...

P E C U L I A R E M | Asa Butterfield Donde viven las historias. Descúbrelo ahora