Uno.

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El albino tomó una gran bocada de aire, la cual se decidió por guardar celosamente en sus pulmones, y reteniendo el aire dentro de si, entró al instituto.

Todos parecían en su mundo, en sus cosas. Algunos platicaban con su grupo de amigos, y otros más reservados, se dedicaban a mirar por su casillero, ordenando su horario.

Pero antes de que volviera a ser el melancólico Jack, sus ojos encontraron una distracción, y era esa platinada que tan sonriente se dignaba a ayudar a los demás, queda de más decir que tan solo eso sirvió para cautivar a ese ojiazul, que tan embobado la observaba tras esos cristales en sus lentillas.

–Oye fíjate por donde...–Exclamó la pelinaranja de grandes ojos, quien parecía haber chocado contra el– Oh, hola. ¿Nuevo, verdad?

–A-Ah, si–tragó saliva fuertemente, y se acomodó sus anteojos donde deberían, observando a la joven que era acompañada por un rubio– So-Soy Jack

–Bueno, pues yo soy Anna, y el, el no importa..

–Kristoff–Se apresuró a aclarar– Mi nombre es Kristoff.

–Si, si, como sea–Masculló la chica ojiceleste, para después tomar por hombros al joven de lentes, al igual que el rubio–Y ahora que nos conociste, amigo mío...

–Te enseñaremos a como vivir–Hablaron la pareja al unísono.

–Primera regla, viste más adolescente modelo..., y no tanto como "golpéame, golpéame y no me sueltes más"–Intervino Anna.

–¡Hey!~

–Shh–Interrumpió el rubio– Segunda regla, por favor, pero, por favor, deja de peinarte así. ¿Que no te son suficientes los golpes de bravucones?

–Tercera regla, maldita sea, tira esos lentes–Exclamó sacándole los anteojos de encima– Perrrrrrrrrfecto.

–Por supuesto que no, los necesito–Riñó agachándose al suelo por ellos.

–Agh, bien... Quizá un cambio de lent~

–Oh, no, no, no. Me gusta vestir así, me gusta peinarme así, me gusta usar estos lentes. ¿Que tiene de malo eso?

–Igh..., está bien. Pero ni creas que vas a conseguir a alguien como... Rapunzel–Murmuró señalando a una joven pelidorada que charlaba junto con otras dos chicas rubias, entre ellas, la platinada que minutos antes le había llamado su atención.

–Si, si, no me interesa, Anna. En...., lo absoluto.

–Bien–Gruñó la pelinaranja.

–¿Y...? ¿Te gusta la ciudad?–Intentó Kristoff cortar lo tenso del ambiente.

–Am, pu-pues, siempre he vivido aquí... Así que, es como preguntarle a Han Solo si le gusta el espacio—Rió el albino en bajo, casi para sí mismo. En cambio, la joven pelinaranja lo miraba burlona.

—¿Star wars?—Rió con airé burlones– ¿Eres realmente un nerd, ah?

–¡Shh!–Riñó el rubio a su derecha, pegando con su codo directo a su costilla, mientras se contagiaba de aquella risa que salía burlona de los labios de la ojiceleste.

–No, es que..., es... ¡Valiente! Si, valiente–Anna se apresuró a excusarse, aún sin parar de reír.

–Lo lamento, Jack–Se disculpó el joven rubio, gracias a la actitud de la que parecía su novia– ¿Así que si no eres nuevo en los suburbios?

–No, no. Yo..., solo me cambiaron de liceo–Explicó acomodando sus lentes de gran aumento en su lugar.

–Oh, ¿Problemas en el paraíso?–Rió Kristoff, amigable– ¿Que sucedió?

–Que... ¿Rompiste un plato, o que?–Se burló la de trenzas.

–¡Anna!

–Perdón..., lo siento, no puedo evitarlo–Apenas articuló por las carcajadas que no lograba retener– Es que... sus.. sus lentes..

–No, Anna, no rompí un plato–murmuró el albino- Enserio, ¿Que pasa con sus chistes hoy? ¡Son pésimos!

–¿Esperabas más bullying, cuatro ojos?

–¡Anna!

–Ya, ya..., lo siento.

–¡Hey, no se burlen!–Jack riñó– Mis lentes mejorarán mi vista, ya los veré de ancianos con los mismos anteojos mientras yo ya estaré preparado~

–¿Preparado para morir solo?–Se burló la chica de pecas.

–¿Preparado para ser devorado por tus gatos?–Habló Kristoff.

–¿Preparado para morir virgen?–Se les unió el castaño, quien venía acompañado de aquel alto pelirrojo.

–No–Gruñó el chico ojiazul– Estaré preparado para~

–Ouh, ¿Preparado para almorzar en tu casillero?–Musitó el pelirrojo.

–¡No!–Exclamó fastidiado– Olvídenlo.

–Oh, Jack, Jack.. De cualquier modo lo ibamos a hacer–Murmuró la pelinaranja, haciendo reír al grupo de amigos–Como sea, ellos son Hiccup y Hans, y~

Antes de que Anna pudiera decir otra palabra el timbre sonó, y los pasillos se comenzaron a evacuar.

–¿Clase?–Preguntó el albino.

–Historia–Mencionó Kristoff, siendo acompañado por la sonora voz del moreno de ojos verdes.

–Artes plásticas–Respondieron ambos pelirrojos, mientras Anna daba pequeños brincos, emocionada.

–Puff, tienen suerte... Yo tengo matemáticas–Bufó Jack.

–¿Un nerd que no sabe contar?–Se burló la joven pecosa– ¡La vida será dura para ti, Jack!

Por otro lado, el albino se dignó a poner los ojos en blanco, para así luego caminar hacia su clase mientras hacía un movimiento de mano en forma de despedida.

Al por fin encontrar el salón, luego de su gran pérdida, llegó hasta la puerta, y miró dentro como si de una de las ocho maravillas se tratara. Las butacas eran de doble silla, ya estaba dicho que se quedaría solo en una de ellas, pues, según sus experiencias, nadie era muy cortés con el.

Desanimado caminó hasta sentarse en la parte de atrás de la clase, y dejó caer su frente contra la madera. En la espera de que el profesor llegara, Jack sacó de su mochila unos auriculares con los que decidió perderse en su mundo, y sin darse cuenta, alguien a su lado se había sentado.

–Hey–Susurraba la joven que intentaba llamar la atención de Jack, mientras tiraba de su hombro de lado a lado.

–¿Ah?

–Llegó el profesor, y no creo que quieras que te saque el teléfono, ¿no?–Rió la joven, el albino se puso los anteojos, y se dedicó a observar incrédulo a la rubia a su lado. Guardó sus audífonos y sacó su libros, mientras intentaba ignorar cada cosa que la platinada decía, no es que no le agradara...., simplemente, no era un chico de muchas palabras.

Tras las dos horas, que etiquetó como las más aburrida de su vida, por fin, según el, habían escuchado sus plegarias y el timbre había sonado. Sin decir ni una palabra se alejó de la albina, quien le miró inquietante, quizá era verdad lo que decían de ella; llegaba a ser muy irritante.

Antes de que Jack pudiera poner un pie fuera del salón de clases, exclamó: –¿Como te llamas?

Él joven giró su cabeza hasta la chica, y con rostro inexpresivo, tan clásico en el, respondió: –Llámame Jack.

...Jack... Sonaba como algo que apreciaría demasiado.

LIAR. [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora