Capítulo 3: Abottford

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Abrió los ojos, estaba atada, parpadeó un de veces y trató de adaptarse, la cabeza le dolía. Oscuridad. Tosió y escupió al suelo, escuchó ruidos y fue cuando pudo procesar toda la situación, la había secuestrado; trató de no alarmarse, no conseguiría nada, pero necesitaba respuestas.

- ¿Quién está ahí? - dijo aún con indicios de desorientación. Sólo obtuvo como respuesta el sonido de metal golpeando metal, intentó zafarse y cuando no pudo una extraña ansiedad se posó en su pecho - Dije que, ¡¿Quién carajos está ahí?!

Una patada al aire, otra más y un intentó por destrozar el plástico que apresaba sus muñecas con movimientos acelerados, sin más cayó hacía la derecha. Pero ella no era tonta, si la tenían ahí era porque algo necesitaban y no es como si ella tuviese mucho que ofrecer... a menos de que se hubiesen enterado de los planos. Eso significada que los Silius la tenían.

Esos bastardos sí habían encontrado los planos aquella noche, debió matarlos cuando pudo, de nuevo la ansiedad se hacía presente.

-¡Si lo que quería era tenerme aquí, aquí me tienen! ¡Sólo quiero que sepan que es mejor que me maten ahora, o si no yo los mataré con mis propias manos! - Y una lágrima de rabia se deslizó por su mejilla.  Sólo podía implorar con que Fodoll escondiera los planos.

Pasaron minutos de silencio que simularon horas, Debbie comenzaba a dejarse caer en la inconciencia cuando de pronto una la luz la azotó y le hizo abrir los ojos de nuevo, botas negras.  Se quedó en silencio y respirando con dificultad. Después en una maniobra ingeniosa el desconocido puso la silla con ella de pie de nuevo.

Era humano definitivamente, tez morena, ojos casi negros, brazos fuertes , estatura considerable y tal vez lo más llamativo en ese momento, una mirada neutra. Se armó de valor y decidió hablar.

-¿Quién eres? - soltó con un tono frío mientras buscaba todo tipo de respuestas en su mirada, el curvó una ligera sonrisa.

-Creo querida, que quien hace las preguntas aquí soy yo, ¿Quién eres tú?

Y de nuevo la mirada, fría pero había ironía en ella, trató de analizarlo pero no pudo, ¿Acaso los silius ahora también reclutaban humanos como parte del ejercito? Si era así, no podía dejar que se enteraran de nada.

- No respondes ¿eh? Tranquila, no te haré nada, sólo quiero que nos conozcamos primero. - Silencio y una risa por parte del sujeto - Mira querida, creo que ambos nos podemos ayudar, pero no dejemos que sea por la fuerza.

-¿Ayudarte? Ja, jamás ayudaría a un siliu asqueroso como tú - escupió las palabras retándolo, tenía que salir de ahí.

-Ah - suspiró - No puedes simplemente hacer suposiciones querida, tenemos que hablar y creo que estoy perdiendo la paciencia, así que comencemos.

El sujeto sacó una foto de la bolsa de su chaqueta y los ojos de Debbie se agrandaron de repente, era Fodoll, lo tenían, los ojos se le llenaron de lágrimas, era su culpa, jamás debió haber traído eso a su casa y poner a todos en riesgo.

- Jodido hijo de...- el hombre puso su mano sobre su boca.

-Ahora que sabes de lo que somos capaces de hacer, es mejor que comiences a hablar, o daré la orden de tortura a tu... amigo -Rendida, Debbie no hizo más que asentir con la cabeza cabizbaja - ¿Quién eres?

Tomó una bocanada de aire y se dispuso a hablar.

- Me llamo Debbie Mclee, número 98700, agricultora y comerciante.

-¿Nacionalidad?

-¿Es una broma? - su mirada le advirtió y de nuevo suspiró - Sarnixta, obviamente.

SARNOXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora