Niño Grande

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Hola, les traigo una nueva locura que surca mi mente.

Un fic familiar, con mi pareja Yaoi favorita se SS Kardia y Degel, y un bichito muy especial que se coló, Milo.

Espero les gusten estas anécdotas familiares.

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Niño grande.

Sus ojitos brillaban emocionados, estiro sus manitas y recibió un par de monedas, así como unas indicaciones, apretó con fuerza el efectivo mientras repetía una y otra vez el encargo, buscando memorizarlo. Dio un giro y camino, muy emocionado, a la puerta de cristal, la abrió con mucha calma saboreando el momento. Adentro se encontraban dos señoras y un par de niños...niños grandes. Les regalo una sonrisa, ahora él también era un niño grande, tan grande que sus padres le confiaban la tarea de comprar los víveres. El tendero termino de despachar a una señora y fue el turno del pequeñín. Su estomaguito burbujeaba y sentía un chispear en todo su cuerpo, apretó con fuerza las monedas y se acercó al mostrador, se elevó en sus piececitos y miro al tendero.

Afuera ^.^

ja,ja, por Dios, ya cálmate Degi, parece que te va a dar un infarto.

-¡Cállate Kardia! ya tardo mucho, tal vez debería entrar a ver qué pasa y...

-¡Ah, no!

El Heleno le abrazo con fuerza y lo alejo de la puerta, impidiendo que arruinara el momento de su niño.

-tranquilo amor, aun no pasa ni un minuto, va a estar bien, ya casi es un niño grande y...

-¿Cómo puedes decir eso? ¡Solo tiene cuatro años Kardia! ¡Milo es un Bebe!

El bicho comenzó a reír al ver la cara de enojo de su pareja, cuando se trataba de Milo, Degel siempre perdía los estribos en menos de un segundo. Sabía que su pareja aun veía a Milo como la pequeña masa rosadita de 600 gramos, tan chiquito y frágil, pegado siempre a él, abrazándolo con fuerza y berreando si no lo veía u escuchaba. Tal vez por eso al peliverde le costaba trabajo aceptar que su bebe estaba creciendo.

-por Dios, Degel, solo fue a comprar queso y jamón... ¡y nosotros estamos afuera! es más, lo estoy viendo desde aquí y...mira ahí viene.

Las puertas se abrieron y el pequeño Milo salió corriendo; el chiquillo ni siquiera les dio tiempo de preguntar cómo le había ido, se abrazó con fuerza a las piernas de su papi Degel y comenzó a llorar cual Magdalena, para la angustia de sus progenitores.

-¡Mi vida! ¿Qué paso?

Degel no tardo en cargarlo y comenzar a sobar su espaldita, intentando calmarle.

-¡Manzanita! ¿Qué tienes? ¿Por qué lloras?

Kardia le veía angustiado, podía sentir la mirada de reproche y enojo de su compañero, ¿pues qué diablos le paso? si solo entro por tres minutos.

Controlando el llanto Milo se separó del pecho de su papi y miro con pena  la cara de sus progenitores, se sentía tan mal, su primera misión como niño grande y...fallo.

-¡Mi Bebe! ¿Qué sucedió amor?

Degel le sonreía intentando animarlo.

-¿Qué paso manzanita? Kardia le veía fijamente- dime amor, ¿acaso perdiste el dinero? - era un posibilidad, la que él creía más real, tal vez por ello lloraba.

-N...no...

-entonces ¿el tendero te dijo algo feo?- más le valía a ese bastardo que no fuese eso, porque de ser así no tardaría en entrar y partirle la cara, a su manzanita nadie la lastimaba.

-N...No...

-Haber, ven acá.

Kardia tomo a su hijo en brazos, pese a las protestas de Degel, y lo coloco a su altura. Los dos iris turquesas se encontraron, ambas miradas traviesas y soñadoras, una muy inocente y la otra picara y experta.

-Milo, dime ¿Qué paso?

El chico se estremeció un poco, era raro que su padre usara ese tono tan serio, tomo un respiro antes de atreverse a hablar.

-es...es que...mmm...yo...yo... ¡Olvide cual era los veinte pesos para el jamón y cual era los veinte del queso!.. ¡Buaaaaaaahhhh!

Y Milo rompió en llanto nuevamente, mientras extendía las manitas mostrando las monedas en sus manos. Dos monedas plateadas brillaban en las palmas del infante, redondas, del mismo peso y valor, decoradas con la imagen del Partenón y un gran numero veinte.

-¡Mi cielo!

Degel no tardo en arrebatar de los brazos de Kardia a Milo y acunarlo en los suyos, intentaba calmarlo, diciéndole palabras cariñosas y sobando su espaldita. Por su parte Kardia se goleaba mentalmente, ya decía él que haberle dejado tres horas en su andadera, bajo los imponentes rayos del Sol, tendrían efectos. Pero no tardo en soltar la carcajada mientras veía como su conyugue entraba de nuevo a la tienda, cargando a la Magdalena de su hijo, acercándose al tendero y repitiendo de nuevo las indicaciones a Milo. Odiaba admitirlo pero Degi tenía razón ¡Milo aún era un Bebe!

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¡Buaaa! T-T

Te entiendo Milo, a mí me paso exactamente eso, solo que tanto mi Papá como mi Mamá se echó a reír...Malos.

Pero la culpa es de los padres, porque nos dan dos monedas iguales, es tan confuso....¡Buaaaaaaa!


Dos Bichos y un cuboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora