Siempre quiso ser maestra, desde pequeña, pasaba horas jugando con sus muñecos, escribiendo en ese viejo pizarrón verde mientras sus peluches le veían fijamente. Con una meta fija estudio con ahínco y logro recibirse, muy joven, como Guía Montessori.
Presento su currículo en varias escuelas, pero muchas le negaban la oportunidad por su edad, por fortuna logro un puesto en "el Santuario", una hermosa escuelita en el centro de Grecia. Shion, el director, fue muy duro en su entrevista, pero no dudo en darle una oportunidad. Esto la alentó muchísimo, comenzaría ese año como institutriz.
El grupo a cargo sería el de los más pequeños, Jardín 1. La idea le entusiasmaba, sus alumnos serían los más chiquitos, tiernos e inocentes y ella sería la encargada de iniciarlos en el ámbito escolar... ¡todo un honor!
Aunque, también tenía que admitir que existían riesgos, muy, muy grandes. En primera, los niños son propensos a accidentes de todo tipo, su tierna y gran curiosidad les mete en problemas. Corren sin fijarse, se meten todo lo que encuentran a la boca, se enferman con más facilidad, o simplemente...les gana.
Pero Saori no se dejaría vencer, se prepararía de la mejor manera para desempeñar su papel de manera impecable. La chica se entrenó a conciencia, estudio, durante todo el verano, primeros auxilios, memorizo los números de emergencia, tomo un curso de Psicología infantil, e incluso, se presentó un día antes para desinfectar el salón que le correspondía, es más hasta se entrenó lavando las calcetas sucias de su novio. Quería estar preparada para cualquier tipo de emergencia.
Ese día se levantó muy temprano, tomo una ducha, desayuno ligero, se vistió con su uniforme y trenzo su largo cabello. Llego puntual a la hora, ni un minuto antes, ni un minuto después.
Su radiante sonrisa cautivo a los pequeñitos, los cuales estaban algo temerosos. La chica hizo pasar a los padres, se presentó ante ellos y explico el método de enseñanza que seguiría. Todo marcho perfectamente hasta que fue el momento de que los adultos abandonaran el salón.
Pero no crean que el problema surgió con los pequeños, no, estos lo tomaron de la mejor manera, es más, tiempo después se jacto orgullosa de que en su primer día ninguno de los peques lloro cuando su papi se marchó, no, el problema fue...el problema fue cuando trato con un par de padres que la dejo...aterrada.
Kardia y Degel fueron los últimos en retirarse. El francés lleno de besos la cara de su hijo y le ordeno poner atención en todo, Milo asentía feliz, mientras besaba a papi.
-disculpe señorita Kido ¿podemos hablar un momento?
-oh, claro Señor...pero.
-No se preocupe, mi esposo les echara un ojo, solo serán unos minutos.
Saori accedió, ya se lo esperaba, siempre existe un padre que desea saber más sobre la profesora de su hijo, estar seguro de que lo deja en buenas manos, esto no molesto a la chica, era una señal de que el pequeño les importaba. Saori salió del salón, no sin antes pedír a los pequeños que obedecieran al señor Antares en lo que ella regresaba. Los adultos salieron a platicar al pasillo, mientras Kardia miraba a los nenes.
-y... ¿qué les parece la escuela peques?
***...***...***...
No se había equivocado, tenía que pasar por otro interrogatorio. Las preguntas no le tomaron de sorpresa, ya se las esperaba. Degel cuestionaba su educación ¿Por qué eligió el método Montessori y no el Kumon? o ¿Waldorf? o ¿Doman? la escuela donde estudio, sus resultados y cosas por el estilo. Por un momento creyó estar hablando nuevamente con Shion, todo marchaba bien hasta que...hasta que Degel sacó su arma secreta, un gigantesco expediente que llevaba en una mochila. En este se encontraba la vida académica de la chica, desde su más terna infancia hasta la universidad.
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Dos Bichos y un cubo
FanfictionUn fic (yaoi)Familiar que narra las vivencias de Kardia, Degel y el pequeño Milo