Monstruo.

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¡Crack, crack, crack!

Sus ojitos se humedecieron, se aferró con fuerza a las mantas, nuevamente ese ruido le despertaba, con temor salió de su escondite bajo las cobijas; la lámpara de lava iluminaba el cuarto, la luz amarilla bañaba todo el lugar, las cortinas, sus juguetes, el armario, todo parecía tranquilo, creyendo que solo era su imaginación se volvió a enroscar en su cama. No había nadie, estaba seguro en su habitación, su papá la había revisado antes y le aseguro que no había ningún monstruo, ni en el closet, en la ventana, ni debajo de...

¡Auuuu!

El ruido se escuchó de nuevo, esto lo asusto, el ruido provenía bajo su cama, intento pararse y correr, pero desgraciadamente sus piecitos se enrollaron con las mantas y termino en el piso, a un costado de la cama. Al girar sus ojos se toparon con dos brillantes gemas que le veían fijamente.

Milo retrocedía, sin dejar de mirar al ser frente a él, junto una cantidad considerable de aire y clamo por auxilio.

¡PAPAAAAAAAAÁ!

*****.....*****.....*****.....*****.....*****.....

Toda esta pesadilla había comenzado hace tres días, después de regresar de una pijamada en casa de Ángelo donde, sin querer, termino viendo una película de terror llamada "La mancha voraz". Película que termino lastimando su tierna psique, al grado que hasta le tenía miedo a la gelatina, no se lo fuese a comer.

Degel ya le había explicado que los monstruos no existían, almenos no los de las películas, y no tenía por qué preocuparse de que algo raro cayese del espacio y comenzara a devorar gente. En principio Milo le creyó, ya que su papi nunca le mentía, pero por desgracia una serie de eventos extraños comenzó a azotarlo, por lo que comenzó a dudar sobre la veracidad de esas palabras.

Todo comenzó el lunes, el chiquillo seguía al peliverde al sótano para ayudarle a lavar la ropa, a Milo le encantaba arrojar los calcetines a la lavadora como si se tratasen de una pelota y agregar el detergente, le gustaba jugar con la espuma que este hacía. Mientras su papi separaba las prendas, el pequeño se divertía jugando con un carrito y corriendo por el cuarto, llego a una esquina y comenzó a manejar por la pared, pero su diversión se terminó al sentir como algo se desplazó entre sus pies, el chiquillo pego un brinco y rápidamente busco al causante de esto, no vio nada a su lado, pero si alcanzo a distinguir una mota naranja que se alejaba brincando las escaleras, a su mente vino la imagen de la mancha voraz, por lo que no tardo en gritar y correr a los brazos de papi. Degel busco por todo el lugar, pero no había nada, por lo que lo atribuyo a la imaginación del niño.

Su segundo encuentro con ese horrible monstruo fue a la hora del baño, kardia enjabonaba su ondulado y sedoso cabello, mientras él se divertía jugando con su patito de hule y un pequeño barco, papá enjuago sus risos y se dispuso a secarlo, por desgracia se había olvidado de la toalla y ropa, dejo al peque en la tina, sin temor a que se ahogara ya que el agua no cubría todo su cuerpo y Milo ya no era tan pequeño, y fue en busca de esta. El chiquillo vio salir a papá, que dejo la puerta abierta, y continúo su juego, sumergía a su pato mientras el barco flotaba a un lado.

¡mmmau!

Un pequeño ruido capto su atención, despacio se acercó a la orilla de la tina y se asomó, alcanzaba a ver a su papi al otro lado del pasillo, kardia tomaba una pijama de uno de sus cajones, pero no fue lo único que vio, una sombra naranja paso corriendo por el pasillo. Milo se asustó, le grito a su padre e intento pararse, por desgracia resbalo en el agua y se dio un ligero golpe en la cabeza, Kardia entro corriendo y lo saco del agua, el chiquillo lloraba mientras se aferraba a su cuello y señalaba al frente, jurando que había visto una mancha ahí, Kardia lo envolvió en la toalla y fue a revisar...no había nada. Esa noche durmió con sus papas.

Dos Bichos y un cuboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora