Un loco

15 1 0
                                    

Vamos a jugar–pidió una voz lastimera.

–No. Cállate. No existes, no tienes derecho a pedirme nada– contesté de mala gana.

Volví a mi libro. Por aquella época quería ser arquitecto, lo tenía decidido, y estudiaba mucho para conseguirlo. Ni si quiera la muerte de mi familia me pareció excusa suficiente para no hacer los deberes del fin de semana.

Pero no podía terminarlos. No con una alucinación aburrida a mi lado. Había intentado ignorarla, echarla, y me había cambiado de habitación cuatro veces, pero no me dejaba en paz. No podía contárselo a mi tío. Creería que estaba loco.

Paré un momento a pensar. Estaba loco. De eso no había duda. Llevaba casi dos días viendo una persona muerta. Me eché a llorar solo de pensarlo. No podía estar loco. A los locos les discriminaban, les insultaban, les encerraban. No sería arquitecto.

No podía estar loco.

Nadie debía enterarse.

SchizophreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora