Una eternidad

16 1 0
                                    

–¿Seguro que quieres ir?– me preguntó René por enésima vez.

–Claro, solo es el colegio, no es malo.

–Pero tal vez prefieras quedarte unos días en casa, hasta recuperarte un poco de la pérdida.

–¡Sí! Quédate en casa André, así podremos jugar.

Me estremecí al escuchar la voz. Le había pedido que no viniera. Había rezado. Pero en cuanto salimos de casa ella caminaba con nosotros.

–No hace falta que pierda ningún día de clase– contesté a René. A Sara debía ignorarla. Por muchas ganas que tuviera de gritarle, no podía dejar que René se enterara.

–Como quieras entonces.

André, ¿por qué no me contestas?

Miré para otro lado. No quería verla. De lo contrario, acabaría hablándole.

–André yo también quiero ir al colegio. Quiero aprender.

Continué en silencio, pero note como si algo se rompiera por dentro. Los fantasmas no podían aprender. Mi hermana tendría siete años para siempre.

SchizophreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora