Fik Hunter

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Este capítulo va dedicado a TheSameOfficial por haberme dado la idea de publicar esta creepy ^^
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En bosque oculto, había una pequeña casa humilde en la cual habitaba una hermosa chica. Sus largos cabellos color caramelo cubrían sus ojos verdes mientras dormía. La familia de la chica de tan solo 15 años era pobre. Por lo que ella nunca asistió a alguna escuela.

Desde pequeña aprendió a ganarse la vida cazando la comida con un arco y unas cuantas flechas que fabricaba de vez en cuando. El arco era el único recuerdo de su padre, quien se lo había obsequiado en su cumpleaños número 6, antes de que muriera. Mary, era el nombre de la chica.

La madre de Mary, una mujer viuda por supuesto, trabajaba en una panadería que yacía cerca del bosque, para ganar algo de fortuna y así, poder alimentar a su hija con frutas y vegetales, más la carne que traía Mary tras cada cacería.

En sus tiempos libres, la chica adoraba posarse en un árbol con una libreta para dibujar a las aves que volaban por el bosque.

-¡Qué hermoso día!- exclamó Mary con alegría al despertar.

Saltó de la cama rápidamente, cogió su arco y sus flechas y, sin pensar en el desayuno, se sumergió en el bosque a esperar a alguna presa para divertirse. Después de aproximadamente 10 minutos, vio que se aproximaba un pájaro de rasgos peculiares. Sus alas, eran de un tono negro. Las plumas de su cuerpo tenían un tono rojizo bastante brillante. Sus ojos eran distintos. Su ojo izquierdo era negro completamente. Mientras que el derecho era de un color rojo carmesí intenso que hablaba por si solo de la belleza de una raza de ave no identificada.

Mary quedó impactada por tal maravilla. Sacó una flecha, la colocó en el arco sin quitar la vista del ave. Estiró el hilo, y sin piedad, solo disparó.

El movimiento que hizo la flecha, provocó que Mary parpadeara. Al abrir los ojos, el ave había desaparecido. Mary soltó una maldición, y se dirigió a casa por el mismo camino por el cual había llegado.

-¡Fik Fik!

Mary escuchó un sonido que jamás había presenciado. Era extraño y perturbador. Miró alrededor, pues no vio nada. Ella solo siguió adelante hasta llegar a su casa.

-¡Mary! ¡¿Dónde estabas?!- gritó la madre.

-Cazando mamá... - dijo la chica

-¡Sabes que no puedes ir a cazar sin mi permiso!

-Perdón mamá...

-¡Fik! ¡Fik!

Mary volvió a escuchar el sonido extraño. Miró de reojo mientras la madre le gritaba. El ave se había posado en una rama de un árbol que se notaba por la ventana. Su madre la golpeó por no prestar atención a sus palabras, dejándola noqueada en el suelo.

Al despertar, el ave se había ido. Estaba sola en la cama de su habitación. Bajó a ver dónde se encontraba su madre. Pero lo que no sabía era que ella estaba muerta.

Al bajar se encontró con el cadáver. Estaban sus ojos fuera de las cuencas. Había 3 de sus flechas clavadas en el pecho. Mary quedó impactada por la imagen que se exponía ante sus ojos.

Lloró y lloró por horas. Tomó una flecha de las que su madre tenía clavada, dio vuelta la punta de ésta en dirección hacia su cuerpo, cerró los ojos...

Soltó la flecha y cayó al suelo. Algo le impidió suicidarse. No fue capaz de ello. El irritante sonido del ave volvió a sonar. Mary volteó y se encontró cara a cara con el ave.

-¡Fik Fik!

-¡Ya basta con tu estúpido ruido!- gritó Mary desesperada mientras lloraba.

El ave hizo caso y se marchó volando.

AL DÍA SIGUIENTE

Mary despertó con los ojos llenos de lágrimas. Con el puño derecho, se frotó los ojos con la esperanza de secar las gotas que brotaban de sus ojos verdes. Acto seguido, miró sus manos, y notó que éstas estaban embadurnadas de un líquido espeso de dos colores específicos. Negro y rojo.

Mary se asustó y corrió al baño para verse al espejo. Eran sus ojos, los que marcaban la diferencia. Eran exactamente iguales a los del ave.

-¡¿Qué me está pasando?!- gritó Mary mientras se arrodillada.

Una vez acabado el llanto, decidió volver a su habitación. En su cama había una extraña máscara, la cual tenía una nota escrita con sangre.

"PRONTO LA NECESITARÁS"

Mary, a la vez asustada, decidió guardar la máscara en su armario.

Habían pasado dos días sin que Mary comiera. Así que tomó el arco y fue a cazar algo al bosque. Había poca abundancia animal, pero había gran cantidad de... ¿notas? Estas, escritas con sangre en cada uno de los árboles, decían cosas como:

"NO PUEDES HUIR DEL DEMONIO QUE LLEVAS DENTRO"

"NO HUYAS DEL AVE, NO HUYAS DE QUIEN ERES"

"SE APROXIMA TU DESTINO"

"LA HISTORIA SE REPETIRÁ ETERNAMENTE"

Mary vio al ave volar. Sin dudarlo, sacó una flecha y trató de disparar. Sin embargo no hubo resultado. El ave desapareció para siempre.

La locura quería apoderarse de Mary. Su deseo de matar el pájaro se transformó en uno de acabar a todo el mundo. Llorando, fue a casa. Al entrar a su habitación, se encontró con una larga y hermosa capa negra, y a su lado, otra nota:

"PRONTO LA NECESITARÁS"

-¡¡¿¿PRONTO??!!

Se colocó una camiseta a rayas, completamente rota. Su panza se notaba. Se colocó además, unos jeans azules, la capa negra y la máscara. La casa olía putrefacta por el cadáver tirado en el piso inferior. Así que tomó su arco y sus flechas, y se sumergió en el bosque.

Ha pasado una semana desde que Mary no ha visto al ave. Por alguna razón, le ha dado por comer insectos, aparte de los animales que caza. Le gusta pasar de rama en rama de los árboles, viendo en secreto a los idiotas que pasan por su territorio.

Un día despertó extraña. Se sentía pequeña, no sentía su ropa. Miró sus manos y brincó, pues eran alas. Unas preciosas alas negras. Mary era un ave.

Por alguna razón no sentía incomodidad. Le agradaba serlo. Paseaba por todo el bosque volando. Cuando quisiese podría volver a su forma humana, o, quizás demoníaca. Nunca lo sabremos...

Yo soy solo una cuenta cuentos, no sé qué era en realidad. Pero hubiese odiado estar en el puesto de Mary. ¡Oh! ¡Pero esperen, hay más!

15 años después, Mary, estaba posada en la rama de un árbol como un día cualquiera, y vio pasar a una chica de aproximadamente 15 años. Cabello color caramelo, y unos ojos verde oscuro. Traía su arco y algunas flechas.

-¡Fik Fik!- dijo Mary.

Qué paradoja, ¿no?

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