Reina de hielo y el querido príncipe vigía de la corte oscura.

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***Lia

Soñé que caía.

Caía por un precipicio... y caía y caía...

Y caía.

Parecía que no pararía nunca, eso debería haberme quitado el peso del suelo de encima, pero, cuando caes eternamente, el miedo de llegar al fin y chocar contra el suelo te perseguirá por siempre...

Las lágrimas cayeron por mis mejillas.

<Caer por siempre...>

De repente vi el suelo a lo lejos. El pánico creció en mí.

300 metros...

El miedo subió por mi garganta, quería gritar pero lo único que podía hacer era llorar.

200 metros.

Empecé a ver (como quien dice) mi vida frente a mis ojos.

100 metros.

Los errores de mi vida. Luego vi a mi madre, estaba sola, caminaba hacia atrás de un café, en California, hace 14 años, vi a Poseidón, parado al final del callejón, traía en brazos a un bebé...

A mi...

Me colocó en brazos de mi madre...

Y se desvaneció...

Todo se desvaneció, vi el suelo tan cerca, y no pude retener más los gritos atrapados en mi garganta.

Chillaría hasta quedarme afónica.

—¡Lia, no!

Me desperté de un brinco, gritando. Estaba cubierta de sudor frio, con las lágrimas aun corriendo por mi cara, temblaba de pies a cabeza por el miedo, miré a mi alrededor, estaba en la cabaña de Poseidón, Percy me tenía sujeta por los hombros. Me miraba con preocupación y compasión. Me abrazó.

—Solo fue un sueño, ten calma...—me dijo con voz tranquilizadora, traté de respirar por la nariz.

—Yo-o... yo...—dije con voz quebrada e hiperventilando—caí... caí-í...

—Vamos tranquila, todo está bien... solo fue un sueño...

Lo aparté con cuidado y me sequé las lágrimas con el dorso de la mano, respiré hondo.

—¿Ya estas mejor?—me preguntó preocupado.

Asentí. Me levanté y comencé a vestirme, me empecé a poner furiosa conmigo misma. Me había atacado mi primer monstruo y ¿Qué había hecho yo? ¡Salir de llorica! Yo no quería que los demás me vieran como una llorica temblorosa, estaba tan enfadada que me valió un reverendo pepinillo que Percy estuviera allí viéndome, abrí mi baúl y busqué otra camisa del campamento, para mi mala suerte solo tenía dos, las cuales estaban ya sucias, tomé la primera blusa que vi, era negra y ceñida al cuerpo, yo siempre las usaba holgadas, supuse que era la ropa que me habían donado las hijas de Afrodita mientras yo yacía inconsciente el día que llegué (según me había dicho Percy), luego tomé un short (¡Era verano y yo con pantalones!), me había dormido con los pantalones llenos de tierra y la camisa naranja del campamento sucia y rota, cuando me iba a poner el short, Percy tuvo la decencia de voltearse hacia otro lado, estaba tan furiosa que no me acordé de tener vergüenza.

—Voy a salir—le dije a Percy en tono firme, para dejarle claro que me iría sí o sí. El asintió, como diciendo "Bueno, ahora eres problema de Nico".

Salí y cerré con un portazo. No me quería desquitar con Percy, y yo sabía que la puerta tampoco tenía la culpa, miré la hora en mi collar de plata, era una simple cadena con un reloj plateado con detalles azules, en cierta forma combinaba con mi espada-pulsera. Eran las 6:05 de la mañana, los demás campistas no saldrían hasta las nueve, en el campamento había un toque de queda, pero no una hora fija para levantarse, a las nueve todos estaban despiertos sí o sí, ya que era la hora del desayuno.

Lia del Olimpo- Percy Jackson y la nueva diosa. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora