Eso me han dicho.

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***Lia

Eso me han dicho.

Oh por todos los dioses del Olimpo, yo... tengo una profecía...

Y no suena nada, nada bonita.

Después de que Rachel me recitara la profecía y que esta quedara grabada a fuego en mi memoria de por vida, me tomé unos minutos para aguantarme las lágrimas, después de unos cuantos ejercicios de respiración, me decidí por salir y contarles mi profecía (sonaba raro incluso en mi mente "Mi profecía", ugh) a los demás.

¿Qué si estaba nerviosa? Si, bastante.

¿Qué si tenía miedo? Más del que me gustaría.

¿Quiero llorar? Como un bebé.

¿Por qué hago tantas preguntas? Ah, sí. Cuando me pongo nerviosa hago eso.

Tenía unas ganas enormes de correr hacia mi cabaña y llorar como si no hubiera un mañana.
Pero eso no me ayudaría en nada, tengo que buscar una solución para este gran problema.

Primero lo primero, descifrar la profecía.

-Quirón creo que es hora-dijo Nico con expresión decidida- Si no le dices la verdad lo haré yo, te guste o no.

-Estoy de acuerdo- agregó Percy repentinamente serio y concentrado- Es hora.

-Esperen, esperen, alto al fuego-cortó Leo- ¿Ósea cómo? Ya no entiendo nada.

-Leo...-lo empezó a reñir Hazel, ¿Por qué lo hacía? Los dioses lo sabrán.

Quirón suspiró. ¿Por qué suspira? ¡Ah, basta de preguntas!

-Semidioses, silencio.-alzó las manos y señalo a todos- Por favor, todos retírense.

Todos confundidos se comenzaron a levantar de sus asientos, menos Percy, Annabeth y Nico, yo en cambio, traté de irme con los demás. Pero cuando pasé por detrás de Percy...

-Olimpia.-me llamó sin siquiera volverse a mirarme, estaba cruzado de brazos y muy serio- Ven, siéntate y escucha.

Podía imaginarme perfectamente su cara de enfado contenido.

Suspiré con resignación.

De esta no tenía escapatoria.

-Y tú.-añadió Percy dirigiéndole una mirada seria a Nico- Adiós.-hizo un gesto con la cabeza señalando la puerta.

-¿Estas de broma?-respondió este- Yo de aquí no me voy.

Okay, Percy tenía una mirada demasiado... anti-Percy, tanto así, que Nico abrió mucho los ojos, ya no contestó, solo se levantó indignado y se fue.

-¿Qué está pasando?-fue lo primero que dije en cuanto Nico cerró la puerta al salir.

-¿No lo has entendido?-me respondió Annabeth de mal humor.

-Annie...-Percy le lanzó una mirada entre suplica y reprimenda.
Ella acercó sus labios al oído de Percy y le "susurro":

-¡Ya te dije que no me llames Annie!

Percy se llevó sus manos a sus oídos para no quedarse sin su capacidad auditiva.

-Ya entendí, no me dejes sordo.-respondió con calma.

¿Cómo Percy soporta a esta chica?

Quirón puso los ojos en blanco.

-Annabeth, me temó que voy a pedirte qué te retires.-dijo este frustrado- Esto es algo que Percy tiene que hablar a solas con Olimpia.

Se escuchó un sonido áspero, una... No, no puede... ¿O sí? Decidí ignorar el sonido.

Casi pude ver los ojos grises de Annabeth estallar en llamas, pero por más furiosa que puediera estar, tengo que admitir que es lista, así que tomó la decisión de obedecer a Quirón sin rechistar y salió cerrando la puerta con cuidado.

-¿Puedo hablar con Olimpia a solas en la cabaña?-preguntó Percy- Quiero que se sienta cómoda.

Quirón solo asiente una vez algo frustrado y yo tengo luz verde para salir en carrera atlética directito a mi cabaña.

No quiero hablar, no quiero ver a nadie, no tengo ganas de escuchar, ni quiero responder preguntas. Así que en cuanto entré en mi cabaña me tiré boca abajo sobre mi litera y me hice la dormida.

Percy entró unos minutos después, se paró enfrente de mi cama y se me quedó mirando. De repente sentí el peso del mundo caer encima de mí.

-¡No Percy!-grité.

-¡Si Percy!-respondió.

Luego comenzó a hacerme cosquillas y yo a reír como loca. De tanto carcajearme se me iba el aire y tenía que abrir mi boca como pez fuera del agua para respirar y no morir.

-¡Dios mío!-gritó por ayuda.

-¡Aquí no creemos en él!-me respondió y siguió con las cosquillas.

No sé cómo le hice, pero logré rodar sobre él y caímos al suelo. Ahora yo estaba haciéndole cosquillas, pero parecía que no tiene. Demonios, no tiene ni en las costillas.

-¡¿Por qué no tienes cosquillas?!-exclamé indignada después de calmarme e intentar hacerlo reír.

-Porque confió en ti.-me respondió con una gran sonrisa.

-¿Y eso que tiene que ver?-pregunté haciendo una mueca.

-Annie me explicó una vez, que ella no tenía cosquillas porque confiaba en mí.-Creo que vio que no entendí su punto porque agregó- Ella me dijo que las cosquillas son un... ¿Cómo me dijo?-dijo eso último para sí y puso cara pensativa- ¡Ah! Si, una reacción de protección del cuerpo.

-Y no hay cosquillas si no hay nada de que protegerte.-agregué yo comprendiendo. Él solo asintió.

-Quiero que confíes en mí.

-Si confió en...

-No, no lo haces.-me interrumpió.- Acabas de conocerme hace una semana.

-Tu acabas de conocerme hace una semana.-Y es la verdad, él me conoce desde hace una semana, yo he leído algunas de sus historias, narradas casi por el mismo, lo conozco más de lo que el cree. Y aun así...

-Touché.

-Si no crees que confío plenamente en ti, al menos quiero que sepas que eres un gran hermano.

-Eso me han dicho.-respondió y nos echamos a reír.

Lia del Olimpo- Percy Jackson y la nueva diosa. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora