1

5.9K 158 9
                                    




Entrevistas, grabaciones, viajes, publicidad, paparazzi, eventos aburridos a los que iba por compromiso, echar de menos a los míos, perderme reuniones de amigos... En definitiva: exigencias, expectativas que cumplir y mucho estrés. En semanas como ésas, en que mi carrera ocupaba el 200% de mi mente, me preguntaba si realmente todo ese caos valía la pena.

Para quitar esa idea de mi cabeza me dirigí a la caja donde guardo las cartas de mis seguidores, mi otra familia. Ahí había sobres de todos los colores, formas y tamaños posibles; de vete tú a saber qué firma o concierto. Cogí uno al azar, un sobre blanco en el que simplemente ponía mi nombre, y lo abrí.

"A veces la música tiene licencia,
licencia para dolerte por dentro,
para acariciarte el alma.
A veces te baja las sábanas
sin pedirte permiso,
sin saber hasta dónde ni hasta cuándo.
A veces la música te escuece dentro,
y otras se convierte en magia;
porque hay quien sabe ser magia,
aunque nunca llegue a saberlo.

Mujer Océano."

Sorprendida por el contenido, sonreí al leer los versos. Eso era justo lo que necesitaba leer, alguien a quien le parecía magia. Y además era capaz de transmitirlo de manera tan bonita y sutil pero a la vez intensa. Esas palabras me atravesaron y me llegaron dentro, eran de ésas que te quedas para siempre. Saber que mi música podía provocar tantas emociones y hasta inspirar otras formas de arte me devolvió el buen humor. No suelo contestar a ninguna de las cartas que recibo, ya que no acabaría nunca, pero no todos los días alguien envía un poema y menos uno tan lleno de talento como éste.

"Mujer Océano"... ¿qué clase de fan envía una carta con pseudónimo? En todo lo que me enviaban nunca faltaba el nombre, el twitter, el número de teléfono y hasta la dirección de la persona que lo mandaba con la esperanza de saberse leída. Pero ella no. Di la vuelta a la página que llevaba escrito el poema y rebusqué en el sobre: nada. Mujer Océano no me daba ninguna pista más de su identidad. Ni siquiera sabía de cuando era, pues ahí había guardados recuerdos de distintos años y lugares, sin ningún orden.

Guardé la caja y dejé la misteriosa carta en un lugar visible, no podía parar de leer esos versos. La intriga y la curiosidad me estaban matando, así que decidí distraerme, llamar a unos amigos y salir a quemar Madrid.

Las próximas semanas fueron mucho mejores, estaba muy emocionada ya que dentro de poco saldría a la luz la edición especial, íntima, de mi último disco. Me moría de ganas de ver la reacción de la gente, de poder verles de cerca en las firmas y de seguir subiéndome a los escenarios para compartir las canciones con ellos.

De vez en cuando mi mirada se posaba sobre el poema de Mujer Océano, ya me lo había aprendido de memoria. Se me ocurrió buscar sus versos y el pseudónimo en internet, con la esperanza de encontrar a la autora, pero nada. La chica misteriosa sabía esconderse. Nunca he sabido quedarme con la duda, así que después de mucho pensar en una solución, decidí recurrir a mis redes sociales. Colgué el poema e informé a mi gente que estaba buscando a "Mujer Océano", que me había fascinado su escrito y que quienquiera que fuera podía enviar un mail a una dirección de correo. Dije que el correo lo revisaría alguien de mi equipo, para evitar que todo el mundo enviara mensajes, pero la verdad es que iba leer personalmente uno por uno todos los correos entrantes hasta encontrar a la misteriosa autora. Si era capaz de escribir con tanta magia, estaba segura de que sería alguien digno de conocer.

Como era de esperar recibí muchísimos e-mails. Algunos se arrancaban con un poema para ver si colaban como "Mujer Océano", otros me enviaban textos, fotos, de todo. Sin ninguna duda, ninguno de ellos era la autora del poema que no salía de mi mente.

En los siguientes meses, una vez salió el disco, empezamos a hacer firmas y conciertos por toda España. Lo estaba disfrutando muchísimo, como siempre. Adoro el calor del público, sus caras de felicidad al verme, el hecho de que me dediquen su tiempo y su cariño... Es la respuesta a todo el sacrificio.

Esa mañana tocaba carretera, nos íbamos concretamente a Málaga. Allí haríamos una firma y días después un concierto. Estaba muy emocionada, Andalucía siempre es especial y Málaga era solo el principio.

Llegó la firma de discos y fue tan maravilloso como agotador. Estuve todo el tiempo acordado y más, hasta que no quedó un disco sin firmar. La gente del sur me encanta, tienen algo diferente. Con el brazo destrozado y la sonrisa en la cara me fui al hotel a descansar.

Antes de dormir revisé un poco mis redes sociales, sin duda las fotos de la firma y los comentarios de mi gente hacían que todo valiera la pena. También quise revisar el correo de "Mujer Océano", ya hacía un tiempo que no llegaban mails, la gente se había olvidado del tema y la misteriosa autora no había aparecido. A mí no se me había ido de la cabeza, mil teorías de la razón por la que se ocultaba habían pasado por mi cabeza pero ninguna acababa de tener sentido. Ya casi me había dado por vencida, casi.

Para mi sorpresa había recibido un mensaje nuevo hacía prácticamente una hora:

De: Mujer Océano

Asunto: Si apareces

"Si apareces por sorpresa, no suenes a campanas,

deja que te descubra entre la gente,

que me inquiete tu olor,

que ya veremos qué pasa al mirarnos.

Mujer Océano."

Mujer OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora